Iberoamérica.
Las vacunas contra la COVID-19 generaron confianza, interés y esperanza en Brasil, emociones luego opacadas por nuevas olas de la enfermedad, retrasos en la vacunación y la influencia de la desinformación, responsabilidad –entre otros– del expresidente Jair Bolsonaro.
Así lo plantea un artículo de la revista Comunicar que identificó las emociones predominantes en 523 posteos de Facebook, seleccionados aleatoriamente sobre una muestra de casi tres millones, entre 2020 y 2021.
Las reacciones en torno a la vacuna demostraron “cuán sensible y recurrente era el tema en el debate público” en un contexto amenazado por la reticencia creciente a la vacunación a nivel global, plantean los autores.
El 62 por ciento de las emociones se identificaron como positivas y el 38 por ciento como negativas. La más frecuente fue confianza (18,4%), seguida por preocupación (16,3%), desaprobación (10%), interés (8,8%) y esperanza (7,9%).
En relación a las emociones referidas específicamente a la vacuna, el 93 por ciento fueron positivas, lo que demuestra su asociación con los conceptos de seguridad y eficacia, apunta el estudio.
A partir del 17 de enero de 2021, cuando Brasil autorizó el uso de las vacunas de AstraZeneca y Coronavac, se registraron los mayores sentimientos positivos, precisa en un correo electrónico a SciDev.Net Geilson Fernandes-de-Oliveira, uno de los autores.
Por el contrario, las publicaciones que expresaban preocupación e irritación se centraban en la propagación de la enfermedad y las nuevas variantes del virus, además de los retrasos en la compra de vacunas o su mala administración.
La desaprobación también se dirigió al discurso de Bolsonaro y sus funcionarios, que minimizaron la importancia de las vacunas y ponderaron tratamientos de efectividad dudosa.
Entre las consecuencias de aquellos actos está la disminución en las tasas de vacunación (73 por ciento en 2019, 68% en 2020 y 61% en 2021), sugiere Fernandes.
El año pasado, autores de otro artículo de la Revista de Salud Digital y Tecnologías Educacionales de la Universidad Federal de Ceará, advirtieron sobre la facilidad para difundir teorías conspirativas en las redes, “cuya fuerza popular no depende de la evidencia sino del sentimiento”. El estudio analizó 70.000 tuits para desentrañar los sentimientos expresados en ese país durante los primeros días de vacunación.
En las dos semanas iniciales, el 60 por ciento de los mensajes eran positivos, pero hacia el final crecieron los negativos. Ese cambio fue impulsado por el aumento de contagios y la aparición de nuevas variantes, pero también por el mal manejo informativo, comenta a SciDev.Net Cecilio Merlotti Rodas, uno de los autores.
“Hubo mucha desinformación, inclusive desde figuras públicas que desacreditaban la vacuna y hasta hacían campaña en su contra”, lamenta. “Considerando que los usuarios pueden convertirse en influenciadores, el alcance de esos posteos y opiniones puede tornarse peligroso”, señala.
En otra investigación realizada por la Sociedad Brasileña de Inmunizaciones y la ONG Avaaz, los autores encontraron que el 67 por ciento de los brasileños “creyeron en al menos una declaración inexacta sobre las vacunas, identificando al menos una como un hecho verdadero”, y recordaron que esas plataformas dificultan la separación de hechos y opiniones.
El caso peruano
Este año, un estudio publicado en la revista Vaccines buscó determinar cómo los posteos de Twitter influenciaron en la aceptación de la vacuna en Perú, el país con mayores niveles de “muertes excesivas” (aumento de la mortandad total por sobre las tasas esperadas) y de vacilación ante las vacunas en Latinoamérica, según los autores.
El análisis se realizó sobre casi nueve millones de tuits de comunidades “difusoras de información”, como medios masivos, regionales y extranjeros, periodistas y políticos, explica a SciDev.Net Ayse Lokmanoglu, una de las autoras.
“Cuando los sentimientos positivos en torno a la vacunación aumentaban en las redes sociales, había un aumento similar en la aceptación de la vacuna al día siguiente -plantea el informe-. A la inversa, la aceptación disminuía si esos sentimientos se volvían más negativos”.
Esa baja de confianza se asoció a comentarios que aseguraban que las vacunas se usarían para desarrollar genes animales en las personas, que causaban muchos efectos secundarios o que determinadas variantes eran más dañinas.
Los autores también lamentan que “el ambiente online peruano estuvo fuertemente penetrado por la desinformación”, algo extendido incluso a candidatos presidenciales. Esa campaña, potenciada por “algunos medios de derecha”, puede haber obstaculizado el proceso de vacunación, advierten.
El hecho de que las posiciones provacunas hoy resulten predominantes en Latinoamérica no significa que el escenario sea totalmente favorable, plantea Fernandes. Es necesario investigar más a fondo las emociones negativas para dirigir mejor las estrategias, ya sea en relación con los momentos que requieren mayor intervención o con los temas que necesiten más aclaraciones.
El combate a la desinformación debe darse con “un proceso de producción de conocimiento público y accesible, que promueva no sólo la alfabetización, sino también una mayor proximidad y confianza en los inmunizadores” en los diferentes contextos de la región, propone.
En ese sentido, el estudio de Vaccines recomienda que estas investigaciones funcionen como guía para reforzar el empleo de un lenguaje que transmita confianza y emociones positivas en las comunicaciones gubernamentales, componente vital para la construcción de mensajes en contextos críticos.
Por: Pablo Corso para Scidev América Latina y el Caribe.
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