Colombia.
El espíritu narrador de Gabriel García Márquez no afloró solo por lo vivido en el caribe colombiano, sino también por sus años de colegio en medio de las montañas de los Andes.
El Liceo departamental de varones, en Zipaquirá, a mil kilómetros del Mar Caribe, es un destino obligado para el escritor Óscar Pantoja, que sigue aquí los rastros de la vida de estudiante del Premio Nobel.
“Para mí, el Liceo, este colegio, este lugar, y él lo dice, no yo, dice, yo aquí aprendí a escribir. ¿Qué es aprender a escribir y aprender a pensar? Yo creo que aquí García Márquez entendió y pensó las historias posiblemente para ser escritas”, comentó Pantoja.
García Márquez llegó al liceo en 1946, mucho ha cambiado desde entonces, incluyendo el clima y los usos de estos salones. Para García Márquez, llegar a este colegio era un premio por su desempeño académico, pero para sus profesores, un castigo a sus ideas políticas.
“En su entonces, el Liceo Nacional de Varones era un colegio donde llegaban todos los profesores castigados del país por su pensamiento progresista y de izquierda. Es decir, que Gabriel García Márquez se formó académicamente en su bachillerato al lado de un poco de maestros que tenían unas ideas que, a veces, podrían parecer políticamente incorrectas y que, efectivamente, eso tuvo incidencia en la estructura de su pensamiento político”, explicó Cristian Sánchez, historiador.
El apasionamiento por la literatura incluyó entonces el desarrollo de un periódico universitario que fue censurado por las autoridades locales de entonces.
“En ese momento hay un rumor de que en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá que es donde están hospedados, internado Gabriel García Márquez, dicen que tienen material subversivo, imagínense material subversivo, entonces qué implica esto, que llega el alcalde con la policía y les quema en el patio principal el trabajo de los muchachos, la gazeta del grupo de los 13”, dijo el historiador.
Muchos años después, ya no frente a que el pelotón de fusilamiento intelectual, el Nobel García Márquez, habría de retomar los pasos periodísticos que dio primero en el Liceo de Zipaquirá y más adelante en periódicos como El Espectador o El Heraldo. Al frente de la revista Cambio 16 en la década de los 90, Nelson Freddy Padilla tuvo la oportunidad de aprender de él.
“Lo teníamos a la mano casi todos los días, era como el abuelo que lo sienta uno en las piernas y le cuenta una historia, exactamente así, él se quedaba con nosotros hasta las tres, cuatro de la mañana y uno aprendía todo el tiempo de él”, contó Padilla.
Desde este proyecto editorial crítico con el poder, García Márquez impulsó géneros periodísticos como el reportaje y la crónica. “En el caso del periodismo, él siempre defendió que tuviéramos el respaldo de qué entrevistas hiciste, qué documentos tiene, qué grabaciones hay. Yo creo que lo que defendería hoy en primer lugar es buscar la credibilidad en medio de un caos de noticias, la mayoría que pueden ser sensacionalistas o fake news como llamamos hoy en día”, relató Padilla.
Siguiendo su rastro, Óscar Pantoja y Cristian Sánchez encuentran la primera máquina de escribir que utilizó García Márquez, sus primeras letras impresas eran poemas de un niño de provincia.
“Es una alegría intensa, es una alegría infinita, pero también es como entender que podemos producir obras que las lee el mundo, que no solo tenemos que estar sentados esperando a recibir las obras y leerlas”, acentuó Pantoja.
Desde esta máquina de escribir, las palabras del estudiante Gabriel comenzaron a volverse universales. La magia de su mundo, que en Colombia parece ser lo real, lo cotidiano.
- El consumo de fentanilo, un problema latente en la frontera norte de México - noviembre 18, 2024
- El aborto en EE. UU.: un tema sensible ante el nuevo gobierno - noviembre 18, 2024
- Inteligencia artificial y música clásica se unen en un concierto en Alemania - noviembre 18, 2024