Ecuador.
Hace no mucho tiempo, la idea de que millones de bacterias vivieran dentro de nuestro cuerpo parecía algo indeseable. Hoy, sin embargo, la ciencia nos dice todo lo contrario. Necesitamos a estos microorganismos para vivir. Gran parte de estos pequeñísimos seres conforman lo que conocemos como microbiota intestinal. “Es un conjunto de bacterias que realizan diferentes actividades dentro del intestino y que ayudan no solamente a la salud intestinal, sino también a otros niveles y de ahí su repercusión en el impacto que tiene para la salud”, dijo Jorge Luis Anaya, docente investigador de la UTN.
La microbiota está compuesta de bacterias, virus, hongos y arqueas y cada vez es mayor la evidencia de que estos diminutos habitantes de nuestro cuerpo cumplen algunas funciones fundamentales. “Tienen un papel fundamental en la digestión de los alimentos, en la absorción de los alimentos. Es importante también en el control del sistema inmunológico, o sea, aporta positivamente al fortalecimiento del sistema inmunológico”, explicó.
Aunque parezca sorprendente, la microbiota también se relaciona con el cerebro e influye en nuestra salud mental. “Pues favorece muchos procesos de índole o de origen mental, como es el caso de la depresión, como es el caso de la ansiedad. Incluso también hay evidencia acerca de los estados de equilibrio de la microbiota con la mejora en el estado o la estabilidad en el estado de pacientes con enfermedades degenerativas del sistema nervioso central, como es el caso del Alzheimer”, detalló.
Esta influencia se da porque el intestino es capaz de enviar una serie de mensajes químicos, hormonales y nerviosos al cerebro. Por ejemplo, es el responsable de producir al menos el 90% de la serotonina, hormona de la felicidad que necesitamos. También produce otro famoso neurotransmisor denominado GABA, que se encarga de calmar el sistema nervioso.
Si la microbiota está desequilibrada, es decir, en disbiosis, puede disminuir la producción de estos químicos, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos. Como vemos, la comunicación que existe entre nuestro sistema nervioso y los microorganismos que nos habitan es maravillosa y aunque sus estudios iniciaron desde 1970, en estos últimos años ha empezado su verdadero auge.
“Hay una serie de alimentos ricos en fibra, como son las leguminosas, las legumbres, los garbanzos y esto favorece el fortalecimiento de la microbiota”, agregó.
La alimentación balanceada siempre será la mejor manera de mantener nuestra microbiota en buen estado. Recuerde que si cuidamos de nuestras bacterias benéficas, ellas cuidarán de nosotros.
Por: Universidad Técnica del Norte / Viviana Obando.
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