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Uno a uno. Espermatozoides y tiempo, esta es la receta necesaria para crear una nueva vida en la mayoría de mamíferos, pero un equipo de científicos japoneses asegura haber roto esa fórmula clásica tras lograr engendrar crías de ratón con dos padres biológicos.

El equipo extrajo células de la piel de ratones macho y las reprogramó en células madre con capacidad para convertirse en muchos tipos de células diferentes. Luego identificaron las células que habían perdido accidentalmente su cromosoma Y y lograron duplicar el cromosoma X.

Es decir, cambiaron el sexo genético de las células, una técnica compleja, asegura un experto. “El límite de las células masculinas es que pueden producir espermatozoides, pero no óvulos. El límite de las células femeninas es que pueden producir óvulos, pero no espermatozoides. Lo que se ha hecho a través de un proceso llamado conversión sexual es tomar células X y de la piel y seleccionar una forma de producir óvulos XX. Es un extraordinario acto de magia. Ha hecho magia con la biología”, comentó el experto.

Esos óvulos fueron luego fertilizados con espermatozoides e implantados en el útero de un ratón hembra. El resultado: crías de ratón sanas de dos padres biológicos que más tarde fueron capaces de reproducirse. La tecnología es prometedora, pero aún muy experimental.

“La eficacia de este proceso es muy baja, incluso en ratones, en los que se puede hacer un número ilimitado de fertilizaciones. La probabilidad de que cualquiera de estos óvulos o espermatozoides generados in vitro funcione es de apenas un 1%. Por el momento hay muchos fallos”, detalló el experto.

Pese a ello, la investigación abre la puerta a que algún día las parejas compuestas por dos hombres tengan hijos biológicos en común. También podría beneficiar a las mujeres estériles que no son capaces de producir sus propios óvulos y, al menos en teoría, podría incluso permitir a los hombres solteros tener hijos consigo mismos.

Los científicos reconocen que aún faltan años para que la técnica pueda aplicarse en humanos. Las diferencias genéticas y de biología reproductiva entre humanos y ratones son enormes. Además, la sociedad tendrá que abordar primero las cuestiones éticas derivadas de esta tecnología.