Cuba.

El Cementerio de Colón en La Habana es conocido por su riqueza arquitectónica y escultural, pero para muchos es también hogar de conmovedoras historias de amor. Una de las más famosas es la de Margarita Pacheco y Modesto Canto. Él era profesor, ella, su alumna. Su fosa es hoy conocida como la tumba del amor.

“Él le llevaba 30 años a ella, esa diferencia de edad, todo el mundo la tomaba a mal, familiares, amigos, todo el mundo y a ella le decía que ella iba a ser viuda muy pronto y no es tanto eso, ellos se enamoraron y el amor está por encima de todo eso”, declaró el cantautor Mario Darias.

Otro sepulcro famoso es el mausoleo en honor a Catalina Laza. Ella estaba casada cuando se enamoró de Juan Pedro Varó, un rico empresario. Fue un escándalo en la burguesía habanera.

“Y eso provocó que la alta sociedad tomara partido en eso y le viera la espalda a ellos. Y que ellos estuvieran por encima de eso y siguieran su relación a pesar de eso. Y todas las cosas que sucedieron también es de una gente que el amor estaba por encima de cualquier cosa”, dijo Darias.

Los amantes huyeron a París y en 1917 lograron que se anulara el matrimonio de Catalina. Entonces se casaron y volvieron a la Habana, pero unos años después Catalina enfermó y murió, a los 55 años.

Su afligido esposo le erigió un imponente mausoleo que destaca en el cementerio por sus líneas sobrias de mármol blanco y granito negro. Pero tal vez la más visitada es la tumba de Amelia Goyri, quien murió en 1901 y es conocida como la milagrosa.

Fallecida durante el parto a los 24 años, esta aristócrata fue inhumada con su bebé a sus pies. Desconsolado 13 años después su esposo abrió la tumba para verla por última vez y encontró el cuerpo intacto de Amelia con su hija en brazos. Y así nació el mito. El sepulcro se convirtió en lugar de devoción para los cubanos.

“Vengo a la Milagrosa porque mi nuera, recién que he de Estados Unidos, sale embarazada y le detecta un pequeño problema del feto y entonces ahora ya tiene el ultrasonido próximamente y entonces vengo con mucha fe y con mucha amor a pedir, que eso no sea nada en contexto, sino que sea una cosa pasajera porque todavía tenemos poquita semanas, pero bueno le tenemos mucha fe a la Milagrosa”, acentuó Leticia Mojarrieta.

El ritual implica tocar la estatua y alejarse de la tumba sin darle la espalda.