Estados Unidos.
El río Colorado nace en las montañas rocosas y corre por el suroeste de Estados Unidos, alimentando campos y ciudades, pero cuando llega a México, la mayor parte de su agua ya fue consumida. Con el paso de los años, las represas y los desvíos redujeron al Colorado a un hilo de agua y convirtieron a su delta, antaño hogar de aves y otras especies silvestres, en un ecosistema moribundo.
“Yo me acuerdo que antes, el 6 de diciembre, empezaba a llover, diciembre, enero, febrero, y a veces hasta marzo. Y así andábamos sembrando, andábamos trabajando. Y ahorita, nada, nada, nada, nada. Si nos está cambiando mucho el medio ambiente”, dijo Cayetano Cisneros, agricultor.
Quince años de lluvias escasas han mermado los embalses de Estados Unidos. El poco de agua que llega por el río hasta México es destinada a ciudades fronterizas como Tijuana y a zonas de cultivo. Esto significa que esa urbe y otras localidades cercanas viven a Merced de la nieve que caiga en las zonas rocosas.
“Toda esta ciudad, toda la producción del valle de Mexicali y gran parte de Tecate, por ahí hay pozos muy, muy importantes. Y una parte proporcional de Ensenada, dependemos de un agua que llega de las montañas de Colorado, Wyoming y Utah”, destacó Marco Antonio Samaniego, Doctor en Historia del Colegio de México.
La disputa por el agua desató, recientemente, un roce diplomático luego que Estados Unidos rechazó una petición de México de agua adicional a la contemplada, en un tratado binacional de suministro mutuo.
“No se tocan el río Bravo y el río Colorado, pero legalmente están interconectadas. Entonces es el tema más importante desde hace 80 años y seguirá siendo el tema más importante porque no hay otras fuentes de agua”, contó Samaniego.
En los hechos, el agua no alcanza para todos.
“Hay más agua repartida entre todos los usuarios del río Colorado que el agua que realmente existe. Esa es la base de todos los problemas”, destacó Enrique Villegas, Director del Programa del delta del Colorado del Sonoran Institute.
Villegas dirige un programa que busca revitalizar el Delta del Río desde la frontera de México hasta el estuario superior del Golfo de California. En 2014, se permitió que el agua corriera por el río a través de una presa en la frontera para estimular el germinado natural de especies nativas. Los ambientalistas obtuvieron además permisos de manejo de tierras y de riego. Eliminaron arbustos, invasivos y plantaron miles de árboles nativos. El resultado está a la vista.
“Generar estos espacios, digamos, restaurados con vegetación natural y los resultados después de años de este tipo de trabajo es que tenemos ya un bosque literal de álamos y sauces en estas 260 hectáreas acá en un tramo del río Colorado. Ha regresado fauna, han regresado muchas aves”, contó Villegas.
Los humedales y el bosque de Laguna Grande contrastan ahora con las resecas tierras agrícolas vecinas. Los ecologistas advierten que la sequía es apenas un aviso y que para recuperar la salud de una parte mayor del delta y de otras zonas similares, la gente debe cambiar sus hábitos de uso del agua.