Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Hace algunas décadas la idea del padre ausente no era algo extraño en la dinámica familiar; la costumbre dictaba que el papá nunca estaba en la casa, pues su rol era ir a trabajar y aportar dinero, por lo tanto el trato cotidiano con sus hijos era escaso. Este distanciamiento también podía deberse a que el hombre tenía otra familia o vivía en otro lugar. Así, era la mamá quien se hacía responsable completamente de la educación de los hijos y el cuidado de la casa.
Sin embargo, a partir de la década de 1970 inició un cambio sociocultural en la dinámica familiar con la incorporación de las mujeres al ámbito escolar, laboral y de toma de decisiones. Esto impactó en la distribución de las actividades domésticas y en la organización de las familias.
Hoy se le demanda mayor presencia de los hombres en el ámbito de la paternidad, asegura la doctora Alejandra Salguero Velázquez, especialista en temas de paternidad, familia y género, e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.
En el artículo Presencias y ausencias paternas: la experiencia de hombres en Ciudad de México, la doctora Salguero y otros autores exponen que hoy sus formas de relacionarse son “más cercanas, involucradas y participativas en el ámbito familiar, en la relación de pareja y con los hijos, de manera que la presencia en actividades que antes eran principalmente realizadas por mujeres se ha negociado, pudiendo ser una expresión de nuevas formas de masculinidad y paternidad”.
Explica que la presencia y ausencia paterna en la actualidad están relacionadas con los cambios socioculturales que estamos viviendo y con las nuevas formas de relación que las parejas heterosexuales. “Hay un cambio cultural que aparece hasta en el discurso social”, enfatiza la investigadora.
Una ausencia multicausal
La doctora Salguero Velázquez ha estudiado la presencia y ausencia paterna, enfocándose en cómo ha cambiado en las últimas décadas el rol del padre dentro de la familia. A través de entrevistas con ellos explora las interacciones dentro del núcleo familiar, las valores que predominan en él, cómo viven los hombres su rol de padres en la actualidad frente a la manera en como ellos fueron criados.
Las causas actuales de ausencia paterna están relacionadas con los estereotipos de género. Ya que históricamente las paternidades, junto con la masculinidad se han centrado en aspectos como “el poder, la sexualidad, la virilidad, el éxito laboral, mantener un hogar y ser la cabeza de la familia”, explican en el artículo mencionado.
Por lo tanto con las nuevas formas de organización y negociación familiar, la presencia o ausencia paterna en la actualidad es un fenómeno de estudio complejo que requiere analizarse a partir del papel actual del padre, las masculinidades y los cambios socioculturales que vivimos.
“La ausencia no es como históricamente se había creído de que los hombres son malos y se van o han de tener una patología, algo mal, que los hace que se ausenten”.
Encontró que uno de los motivos de esta omisión es que ellos ya no son los únicos proveedores económicos. La proveeduría es uno de los estereotipos de género que ha imperado en la figura de ser padre, pues éste era quien tradicionalmente aportaba el recurso económico para el sostén del hogar. Sin embargo, esto ya no es completamente así, pues ahora las mujeres también contribuyen mucho en este rubro.
“Quizás en otra generación las mujeres aguantaban más, eso es totalmente cierto; con todo este cambio de ideología en torno a la autonomía de las mujeres, la independencia económica y demás, no están dispuestas a hacerlo. Y en ese sentido, el discurso de algunas mujeres es: mejor sola con mis hijos y los saco adelante”.
Otro hallazgo de la doctora es que la ausencia paterna se da por el tiempo que los hombres permanecen fuera de la casa por cuestiones laborales y los largos trayectos de traslado. Asimismo, en algunos casos los padres tienen más de un trabajo con el fin de lograr esta proveduría.
Esto, además de ocasionar que convivan poco con sus hijos, también provoca que estén menor tiempo con su pareja. Dicha situación puede generar discusiones frecuentes o terminar en la separación, y generalmente el padre es quien sale de la casa.
La ausencia paterna también es resultado –dice la investigadora– de que en la actualidad se espera que el hombre participe más en la educación, cuidado y actividades de los hijos, pero si esto no se cumple, la mamá o algún otro miembro de la familia es quien cubre estas necesidades, quitándole al padre responsabilidades, hasta que finalmente se ausenta.
Así, desde la perspectiva de género la ausencia del padre está relacionada con las condiciones socioeconómicas, la estructura y dinámica familiar, y con la conceptualización que tiene cada uno de la maternidad y la paternidad.
Llegar a acuerdos
¿De qué manera afectan estas ausencias a los hijos? La investigadora comenta que estas implicaciones dependerán de cómo se notifique a los hijos que el padre ya no estará. En caso de que sea una separación consensada y negociada, y si se les habla con la verdad, no habrá gran afectación.
“La relación entre el padre con el hijo o la hija, independientemente de la relación de pareja, debiera continuar y no tiene implicaciones en el desarrollo psicológico de los hijos; tiene más implicaciones estar en una familia donde los dos [padres] están presentes y todo el tiempo pelean, violentan, agredan. Lo que los hijos están aprendiendo es que en una relación de pareja eso es normal”.
Sin embargo, en separaciones en donde se impide al padre ver a sus hijos o al revés (lo que se conoce como alienación parental), es posible que experimenten cambios como miedo, rechazo u odio, reacciones que a la larga pueden ser destructivos e incluso convertirse en una problemática social, tal como lo señala la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Así como ha habido cambios socioculturales relacionados con la ausencia o presencia paterna, también han surgido otras estructuras familiares en México. Por ejemplo, pasamos de la familia tradicional (papá-mamá-hijos) y extensa, a familias conformadas sólo por uno de los padres e hijos, a las que no tienen hijos, a donde los padres son del mismo sexo y a aquéllas en donde las madres son las jefas de familia.
Todas las familias deben llegar a acuerdos que favorezcan la convivencia. “Hay familias que negocian. La pareja femenina puede decir: yo tengo trabajo, sin problema puedo proveer a la familia y ahora el padre se queda a cargo en el cuidado de los hijos”.
Ante este escenario, la investigadora refiere que se deben generar estructuras familiares para que los padres estén presentes en la crianza de los hijos, aunque ya no vivan en el mismo hogar. Es parte de la nueva dinámica familiar que se vive no sólo en México, sino en el mundo. Además, es necesario negociar y llegar a acuerdos que beneficien a todos, pues esto generará ambientes más sanos entre padres e hijos.
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