Afganistán.

En un extremo de Kabul, el ruido del llanto de los niños se apagó por completo. Camas vacías y juguetes dispersos son lo poco que queda en la clínica contra la desnutrición infantil de la ONG Acción contra el Hambre, antaño un referente para las familias más vulnerables y que se ha visto forzada a cerrar por los recortes de la ayuda estadounidense.

Hasta su cierre, esta clínica, ubicada en el Hospital Haji Baba de Kabul, era más que un simple centro médico, era un salvavidas para las familias más pobres de Afganistán que luchaban contra la desnutrición de sus hijos al que ya no podrán volver a acudir.

Esta clínica que era íntegramente financiada por Estados Unidos, trataba a niños con desnutrición severa, niños que según la directora, Kobie Rietveld, se encontraban tan débiles que no pueden caminar, gatear y ni siquiera comer. Algunos de ellos, de solo 2 años, pesaban entre 4 y 5 kg.

Sin embargo, el desmantelamiento de la agencia para el desarrollo internacional, ordenado para ahorrar costes por el presidente estadounidense Donald Trump, ha cortado de raíz su actividad.

Ahora, los cerca de 65 niños con desnutrición severa que eran atendidos ahí cada mes y que podían permanecer ahí por varios meses, tendrán que buscar otros centros sanitarios para su atención, aunque de no lograrlo, existe un alto riesgo de que pierdan la vida, así como confirmó la directora internacional de la ONG.

La Organización Mundial de la Salud  (OMS) advirtió, el pasado marzo, que el 80% de los servicios de salud que apoyan en Afganistán podrían cerrar debido a la escasez de fondos.