Ecuador.
En las profundidades del océano la luz es escasa, en especial a unos 2.000 metros de la superficie cerca de la zona abisal. Aquí más del 90% de las especies utilizan la bioluminiscencia para poder sobrevivir. Tal como lo hace este Melanocetus johnsonii, más conocido como pez diablo negro o rapea avisal.
«Tiene unos dientes muy grandes, una boca muy grande y tiene una peculiaridad que tiene una especie de protuberancia que se prende es bioluminiscente porque tiene una simbiosis con algunos de organismos que pueden hacer bioluminiscencia Esto es un cebo para los otros peces, entonces los peces son atraídos por esta luminiscencia y el pez simplemente los puede tomar y comer», dijo Renato Oquendo, investigador.
El diablo negro es una especie que rara vez ha sido vista por los seres humanos, pues descender hasta su hábitat puede llegar a ser mortal por la presión del agua, cuyo peso se compara con el de 200 autosapilados, sobre la cabeza de una sola persona. A pesar de su aspecto un tanto aterrador, su tamaño es en promedio de 15 centímetros y, a veces, no rebasa el de una mano humana adulta. Además, es capaz de sobrevivir casi sin oxígeno, y las hembras y los machos son tan diferentes en forma y longitud, que durante décadas se pensaba que el macho era una especie de parásito.
“El pez macho que es más pequeño se adhiere a la hembra en la parte de atrás y es lo interesante es que empieza a perder sus órganos, sus aletas y todo, entonces simplemente después queda una parte del cuerpo con las vesículas seminales en las cuales puede fecundar a la hembra”, acentuó Oquendo.
Las posibilidades de que nos lleguemos a cruzar con un ejemplar de esta especie son mínimas, aunque no nulas, pues es la segunda vez que logra ser captado en aguas poco profundas de las costas de España.
“Estos organismos fisiológicamente están preparados, han evolucionado para soportar presión, para lograr evitar concentraciones bajas de oxígeno, en concentraciones de luz prácticamente nulas, entonces ver un pez a estas alturas es bastante extraño. Si es que nosotros queremos obtener especímenes de este pez, pues tenemos que sumergirnos a profundidades, entonces tenerlo, como decir, tan cerca es una oportunidad bastante importante”, relató Oquendo.
Estudiar este pez es una oportunidad única que ayudará a develar algunos secretos de la vasta zona abisal, donde la luz, el oxígeno y la comida escasean, y donde las especies han desarrollado una serie de adaptaciones únicas. También ayudará a comprender los comportamientos y cambios que se están produciendo en el inmenso océano, del que el ser humano conoce apenas el 5% o menos.
Por: UTN.