Perú.

José Luis ha dejado de ser el niño elocuente de siempre desde que su madre murió hace año y medio por COVID-19. Abandonados por su padre, él y sus tres hermanos están bajo el cuidado de su tía Gabriela Zárate. Ella además se encarga de sus propios hijos, otros cinco menores.

José Luis de 9 años, es uno de los 98 mil menores que han quedado huérfanos por la COVID-19 en el Perú, según detalló el gobierno con base en la revista médica The Lancet. Él era quien pasaba más tiempo con su madre y los efectos del duelo son más evidentes en su comportamiento.

Para Gabriela de 30 años cuidar a 9 menores en casa en el distrito Villa del Salvador en Lima, es muy difícil. La principal preocupación es el dinero. Ella debe atender a los niños y su esposo es el único que genera ingresos. Al ser cuidadora, el Programa Nacional de Bienestar Familiar (Inabif), le entrega 50 dólares al mes por cada uno de sus sobrinos: una gran ayuda, pero no suficiente para cubrir las necesidades básicas.

Inabif sólo apoya a 18 mil huérfanos por COVID-19, un proyecto de Ley aprobado en enero que extenderá la ayuda a 25 mil menores más. Para obtener más recursos, los niños recolectan botellas de plástico y con ayuda de Gabriela, las venden a negocios de reciclaje. Algunos días salen juntos en la moto taxi en busca del material. La actividad, además, les ayuda a mantenerse ocupados y en cierta forma a atravesar el duelo.

Inabif manda cada mes a una psicóloga, es la única atención de salud mental que reciben. Mientras más situaciones de vulnerabilidad existan, como la falta de recursos y de atención mental, más afectados pueden verse los niños. “Impacta, no sólo en sus relaciones, sino también en el aprendizaje, en la salud física, la capacidad de socialización. Hablamos de áreas cruciales para el desarrollo”, dice una experta.

Katherine de 12 años, perdió a su padre en 2020 por COVID-19. Ella es cuidada por su tía y abuela quienes la acompañan desde que murió su madre cuando era más pequeña. Vive en Chorrillos, Lima. Su tía Isabel Zárate es abogada y también recibe el bono del Inabif. Este año, Katherine pasará de un colegio estatal a uno privado donde el nivel es mucho mejor. José Luis y Katherine comparten el dolor de perder a sus padres, pero lo atraviesan de forma distinta: una desigualdad que se incrementó en pandemia.