Costa Rica.

La tecnología al servicio de la lucha contra el cambio climático. En esta pequeña finca cafetalera de Costa Rica, Joel Alvarado introdujo innovaciones técnicas para enfrentar a su mayor enemigo: la disminución de lluvias. Las plantas lucen verdes gracias a la utilización de un sistema de riego.

“El cambio climático nos ha venido afectando poco a poco, algo que uno viene viendo a través del tiempo, a través de los años, que ya es más complicado, es un poco más difícil año con año, lograr la misma cantidad de producción, en el caso de nosotros las fanegas, por hectárea. Al innovar, podemos ver que el cambio climático no nos afecta tanto”, resaltó Harold Gamboa, especialista del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

Según el Instituto del Café, el país exportó el año pasado 60.000 toneladas de este producto por 350 millones de dólares, principalmente a destinos como Estados Unidos, Bélgica y Alemania.

Más de 25.000 familias de pequeños y medianos productores viven de esta actividad y varios de ellos están incorporando tecnología para combatir la disminución de las precipitaciones.

“En este contexto cambiante de cambio climático, de variabilidad climática, donde los desafíos son constantes, así como las plagas, enfermedades evolucionan, entonces también las soluciones deben estar a la mano de los productores”, comentó Eduardo Rojas, quien administra un cafetal en Sarchí, localidad vecina a Grecia.

Eduardo Rojas administra un cafetal de 50 hectáreas, donde en 2020 invirtieron más de 230.000 dólares en riego tecnificado, fertilizantes licuados y automatización de sistemas. En la cosecha de 2023, de unas 100 toneladas, por cada hectárea obtuvieron más del doble de sacos de café que el promedio nacional.

“No creía yo que se podía hacer, y gracias a Dios, ya con tres, cuatro años de experiencia en esto, yo le digo que esto es lo que tiene que hacer toda la gente, las personas que tienen fincas así, en climas muy bravos, que la naturaleza nos está haciendo ahora cada día más duros, más golpeados, necesitan meterse en estos proyectos”, subrayó Rojas.

Además de la introducción de tecnología, el ICAFE, interruptor de la caficultura en el país, desarrolla en el laboratorio variedades que puedan adaptarse mejor a las actuales condiciones del campo.

“Hay individuos que tienen una alta capacidad de tolerancia a ambientes secos y cálidos o con mayores temperaturas, pero esas plantas o esas especies que tienen esas tolerancias, altas tolerancias, no son del agrado del mercado, entonces hay que transferir esa información de la capacidad de las plantas a resistir a esos ambientes en materiales con una alta calidad”, acentuó Carlos Acuña, genetista del Instituto Costarricense del Café (ICAFE).

“Con el estudio del ADN de las diferentes plantas aceleramos que en una sola planta lleguen las mejores características que hay en la naturaleza”, explicó la ingeniera en biotecnología, Érika Méndez.

Lejos del laboratorio Jesús Valverde optó por un método natural ante las menores lluvias para proteger su cafetal familiar: árboles frutales que dan sombra y mantienen la humedad de las plantas de café.

Yo me adelanté al cambio climático por la condición de las plantas, hago un gasto menos de fungicidas de agroquímicos y de fertilizantes y siempre tiene buena producción”, contó Valverde.

En Costa Rica se produce solamente la especie arábica de café de alta calidad, intenso aroma y agradable acidez, pero sus cultivos son muy vulnerables ante el cambio climático.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo, para 2050 la mitad de la superficie cafetalera mundial podría desaparecer por el aumento global de la temperatura.