Ecuador.
Están en todas partes, desde lugares remotos como la Antártida hasta el aire que respiramos. Los microplásticos se han extendido como una pandemia. De hecho, en el océano existen al menos 51 trillones de estas partículas, 500 veces más que la cantidad de estrellas en nuestra galaxia, según datos de la ONU.
“Microplásticos vienen a hacer esas partículas que van desintegrándose, pues no de los macroplásticos, y que llegan a medir de 5 milímetros y hasta menos. El año 2010 específicamente es donde ya se dio la alarma y comenzaron a retirar, por ejemplo, los microplásticos que venían en los exfoliantes para la piel o en las pastas de dientes”, explicó Melissa Layana, docente investigadora de la UTN.
Y si decimos que estos pequeños plásticos están en todas partes, esto incluye a nuestro cerebro. Aquí, estas partículas hacen de las suyas.
“Vamos a tener problemas en el pensamiento, en el desarrollo, en la memoria, en la atención, que no van a ser perceptibles en grandes rasgos, pero sí que van a ser crónicos y que con el tiempo no pueden ser revertidos, es decir, el daño que se instituyó no lo van a poder reparar”, agregó Kevin Caraguay, médico y docente de la UTN.
Los microplásticos también están relacionados con signos de deterioro cognitivo similares a la demencia. Esto se comprobó con ratones de laboratorio, a los que se les dio de beber agua con microplásticos por un determinado tiempo. Los resultados demostraron un gran daño en el tejido cerebral de los roedores. Y aunque los seres humanos tenemos organismos diferentes, lo cierto es que este estudio sirve para hacer predicciones de lo que podría suceder con las personas. Aunque esta teoría no se ha comprobado en la población, ya pone en alerta a la comunidad médica.
“Es un problema que nosotros todavía no sabemos cómo vamos a intervenir, cómo vamos a hacer que no se acumulen los plásticos en el tejido colectivo sobre todo que tenemos en diferentes órganos de nuestro cuerpo, es decir, una vez que las concentraciones aumentaron, ¿cómo vamos a hacer para eliminar esos plásticos? No existe todavía una terapia reconocida y yo creo que es un problema que requiere más investigación”, detalló Caraguay.
Pero ¿cómo es que llegan estas partículas a cada uno de los tejidos de nuestro cuerpo? Pues los científicos se dieron a la tarea de calcular cuántos de los microplásticos que se encuentran en el ambiente estamos consumiendo, y resulta que en la comida que ingerimos anualmente, pueden estar entre 39.000 partículas y 59.000.
Las estimaciones aumentan a 74.000 y 121.000 partículas si se considera el aire que respiramos. Además, las personas que toman agua solo en fuentes embotelladas pueden estar ingiriendo hasta 90.000 microplásticos adicionales al año.
La lista de daños a la salud que tienen los microplásticos es larga, y eso que apenas empezamos a estudiarlos. En un mundo tan dependiente del plástico, dejarlo o minimizar su uso es una tarea compleja pero urgente.
Por: UTN.