Brasil.
Las tierras indígenas brasileñas actuaron en las últimas tres décadas como barreras contra el avance de la deforestación, si bien este fenómeno se agudizó en los últimos tres años, reveló el martes un informe.
Brasil perdió 69 millones de hectáreas de vegetación nativa en los últimos 30 años, según el proyecto MapBiomas, fruto de una colaboración entre oenegés, como el Instituto de Investigación Medioambiental de la Amazonía (IPAM), universidades brasileñas y startups.
Mientras casi el 70 por ciento del área deforestada se concentró en territorios privados, apenas el 1,6 por ciento del total -1,1 millones de hectáreas- correspondió a tierras indígenas.
«Los datos satelitales evidencian que los indígenas están retrasando la destrucción de la selva amazónica», dijo Tasso Azevedo, coordinador de MapBiomas.
«Sin sus territorios, la selva estaría seguramente mucho más cerca de su punto de inflexión a partir del cual deja de prestar servicios medioambientales de los cuales dependen nuestra agricultura, industrias y ciudades», agregó.
Las tierras indígenas ocupan 13,9 por ciento del territorio de Brasil y albergan 109,7 millones de hectáreas de vegetación nativa, casi la cuarta parte del total del país.
MapBiomas destacó que pese a haber actuado como un escudo contra la deforestación, las tierras indígenas quedaron bajo mayor presión en los últimos tres años, coincidiendo con la llegada al poder del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Así, la deforestación se multiplicó por 1,7 en esos territorios respecto al período 2016-2018, según datos del Instituto de Investigaciones Espaciales recogidos por MapBiomas.
El gobierno de Bolsonaro es acusado de favorecer la impunidad de los buscadores de oro, los agricultores y los traficantes de madera que practican la deforestación ilegal, además de haber ejecutado recortes presupuestarios de los órganos de control medioambiental.
El presidente brasileño defiende también la explotación económica de las tierras ancestrales con actividades como la minería o extracción de hidrocarburos y llegó al poder con la promesa de no demarcar «ni un centímetro más» de tierra para los indígenas.
Desde su llegada al poder, la deforestación anual media de la Amazonía brasileña saltó más del 75 por ciento respecto a la década anterior
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