España
Un jubilado español de 78 años ha logrado que los bancos revisen algunas de sus prácticas. Cansado de que le hicieran sentir tonto por sus problemas con cajeros y aplicaciones digitales, redactó el manifiesto: “Soy mayor, NO idiota”.
“Tengo párkinson. Mi problema nació en esto. Normalmente acudo a horas que no voy a generar colas, porque me pongo más nervioso y se vuelve un círculo vicioso. Por otra parte, hay un detalle que se nombra poco: aunque los mayores tengamos voluntad de aprender, se nos olvida, por ello la digitalización se debe enseñar por varias vías”, dijo Carlos San Juan, autor del manifiesto.
Juan no imaginó el revuelo que causaría, pues su manifiesto terminó en Change.org y en pocas semanas alcanzó decenas de miles de firmas. Eso provocó que el anciano fuera recibido por las autoridades y a finales de febrero, los bancos firmaron un protocolo en el que se comprometen a mejorar su atención a los ancianos.
“Carlos San Juan nos ha hecho entender. Desde que estalló la crisis financiera de 2008, han desaparecido más de la mitad de las oficinas bancarias en España y el número de empleados en el sector, cayó casi un 40 por ciento. La pandemia de coronavirus consolidó aún más la digitalización. En el campo español, el abandono de los bancos tiene un aire irreversible y algunos intentan paliarlo con soluciones imaginativas. Es el caso de un biblioBús, de la diputación de Salamanca que lleva tres décadas repartiendo cultura por los pueblos y en noviembre, se le incorporó un cajero automático, pero muy pocos saben usarlo.
Para las autoridades es un primer paso, aunque admiten que de todos modos lo que quieren los ancianos es atención humana.
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