Iberoamérica.
El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la COVID-19 como una pandemia mundial. Las tasas de mortalidad se disparan tras la pandemia.
En diciembre de 2022, el exceso de mortalidad sube un 19 por ciento. Eran especialmente altas en el oeste y norte de Europa. La pandemia puso a prueba los servicios de salud.
“Al principio fue una epidemia de los servicios sanitarios. Así que había un montón de sanitarios que estaban expuestos a COVID que se estaban contagiando. Estaban de baja. Los servicios de salud estaban escasos de personal. Así que, cuando faltaba personal, se cancelaron procedimientos electivos, se cancelaron procedimientos de cribado, se cancelaron citas de quimioterapia, oncología y, como resultado, el efecto en cadena para las enfermedades no relacionadas con la COVID fue enorme. Mucha gente no acudía a las pruebas de detección y se retrasaba el diagnóstico”, recordó Patrick Wall, Catedrático de Salud Pública del University College de Dublín.
¿Qué pueden hacer los gobiernos para prevenir futuras pandemias? “Necesitamos un enfoque mejor, mejor y más holístico para abordar los problemas si queremos hacer frente a la próxima pandemia o al próximo problema, sea lo que sea que tengamos, ya sabes, devaluamos la atención hasta que realmente destacamos la atención como algo tan importante como la curación. No solucionaremos este problema”, concluyó Patrick Wall.
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