Por: Daniela López | Red Mexicana de Periodistas de Ciencia.
Aunque no hay suficientes estudios sobre vacunación en población infantil, las muertes por COVID-19 en esta población exigen inmunizarlos. La exigencia, sin embargo, se enfrenta con la dificultad de que haya suficientes para todos.
Afirmar que niñas, niños y adolescentes tienen nulo riesgo de contraer COVID-19 o de fallecer por complicaciones derivadas de la enfermedad es completamente falso. Sin embargo, ambos señalamientos han sido el principal argumento que se integra a las voces que a la fecha persisten contra de la vacunación infantil.
México es uno de los países donde la inmunización a la población infantil se encuentra rezagada y donde -irónicamente-, a nivel Latinoamérica, se encuentra Viviane Brunet, una médica que a través de medios sociodigitales encabeza uno de los principales movimientos “antivacunación”.
Más irónico aún es que desde el 3 de marzo de este 2022 la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) publicó en su sitio web la autorizacion de la vacuna de Pfizer para menores de cinco a 11 años… pero –al menos hasta la redacción de esta nota- seguimos sin una campaña general para aplicarla.
En ese contexto se encuentra la decisión del Gobierno de México de dar “prioridad” a grupos que requieran con mayor urgencia vacunarse debido a la poca disponibilidad de la fórmula de Pfizer BioNTech.
Mientras que en países como Argentina, Colombia y Chile existe un avance en las campañas de vacunación contra COVID-19 en niños y niñas, en México solo el estado de Coahuila comenzó la aplicación de vacunas a menores entre cinco y 12 años en marzo pasado.
El resto de la población en ese margen de edad que cuenta con inmunización es resultado de procesos legales por la vía del juicio de amparo cuyas sentencias obligan a las autoridades de salud a proporcionar a las familias demandantes la aplicación de la fórmula de Pfizer.
Niños “transgénicos” y otras falacias de una doctora mexicana
Por si la disponibilidad de vacunas fuese poco reto a superar, a eso se suman las probables dudas surgidas a partir de publicaciones que tergiversan la información científica sobre la probabilidad de contagio de COVID-19 en niñas, niños y adolescentes y generan alarma sobre la eficacia y seguridad de las vacunas.
Ejemplo de ello son las declaraciones retomadas por medios periodísticos en México, Colombia, España y Uruguay –como pueden leerse en el Diario de Vallarta-de la doctora Viviane Brunet, quien afirma representar a más de 100 mil médicos en el mundo y pide a las familias evitar vacunar a sus niñas y niños.
Su argumento central: “los niños tienen cero por ciento de probabilidad de morir por COVID”. A esa afirmación suma en más de una ocasión que las vacunas provocan mutaciones y entre parejas vacunadas existe el riesgo de procrear menores “transgénicos”.
En otro medio, Noticiero Universal, de Uruguay, su redacción asegura que entre menores de edad existe hasta 52 veces más probabilidades de morir después de la vacunación que entre no vacunados.
El riesgo para menores en México
En México solo durante 2022 -al cierre del 27 de marzo pasado- se reportaron 13 mil 817 casos de infantes y adolescentes que se infectaron de SARS-CoV-2 y padecieron COVID-19, según datos del Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (SIPINNA)
Si tomamos en cuenta que en México hay alrededor de 38 millones de niños, niñas y adolescentes, según el censo de 2020 de INEGI, la cantidad de menores con la infección es aproximadamente el 0.36 por ciento.
El número podría descartarse estadísticamente como grave si no hubiera datos de mortalidad a causa de COVID-19: el registro oficial de la Secretaría de Salud de México señala que, de 2020 al 27 de marzo de 2022, se registraron 946 muertes de menores de edad que dieron positivo a SARS-CoV-2, durante ese mismo período.
Para el médico del Hospital de Pediatría del Centro México Nacional Siglo XXI, Fortino Solórzano, “si bien es cierto que en porcentaje puede parecer bajo, una sola muerte justifica la prevención”.
Para él, están fuera de lugar los mensajes que alientan a descartar la vacunación a menores porque atentan contra la prevención de casos graves y muertes de niños y niñas. Solórzano se pregunta si alguien dudaría en salvar la vida de esos niños que registra México hasta el momento.
Con el especialista coinciden los integrantes de la Asociación Mexicana de Vacunología que este 5 de abril publicaron un posicionamiento al respecto destacando las ventajas de vacunar a las infancias y adolescentes en general, así como los riesgos de seguir atrasando la medida.
Priorizar vacunas
Cierto, para la Organización Mundial de la Salud (OMS) los niños, niñas y adolescentes representan un sector de la población con una prioridad menor respecto a otros grupos para recibir la vacuna, pero asumir que ese dato sustenta descartar vacunarlos es engañoso.
Incluso, el organismo internacional recomienda que los países deben considerar usar la vacuna para infantes de cinco a 17 años solo después de una alta cobertura de los grupos prioritarios o de mayor riesgo.
Pero la misma OMS -en la actualización de los grupos de atención publicado el 21 de enero de este 2022-, incorpora como grupo de atención para vacunas a las niñas, niños y adolescentes saludables.
Poca disponibilidad de vacunas para menores
“Encontramos que tener un solo padre vacunado se asoció con una disminución del riesgo del 26.0% y el 20.8%, y tener dos padres vacunados se asoció con una disminución del riesgo del 71.7% y el 58.1%”, señalan.
Un argumento, que usado a modo y distorsionado favorece los argumentos contra la vacunación infantil, es que faltan más estudios sobre la eficacia y seguridad de las diversas fórmulas contra COVID-19 para su aplicación en ese grupo poblacional.
Hasta ahora, la única vacuna recomendada por el Grupo de Asesoramiento Estratégico de Expertos en Inmunización (SAGE, por sus siglas en inglés) para infantes y adolescentes es la producida por Pfizer–BioNTech, que ha mostrado “eficacia y buena seguridad” en edades de 12 a 15 años y una respuesta similar para los ensayos en fase III para cinco a 11 años.
De acuerdo con un estudio publicado en The New England Journal of Medicine -que evaluó el suministro de dos dosis de 10 microgramos de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech a cuatro mil 700 niños y niñas de cinco a 11 años en Estados Unidos, Finlandia, Polonia y España- los resultados permiten concluir que la vacuna es segura en menores y tiene una eficacia del 90.7%.
Frente a la falta de más pruebas para otras vacunas, Fortino Solórzano, reconoce que la disponibilidad de dosis excede a cualquier gobierno. Se requiere, expresa, “la suficiencia del biológico para poder hacer campañas de cobertura adecuada”.
Pero algunos países han optado por iniciar la vacunación en población infantil con otras marcas: Argentina y El Salvador recurren a Sinopharm para inmunizar a menores de tres a 17 años de edad, mientras tanto, Chile, Colombia y República Dominicana usan Sinovac.
En ambos casos se trata de dos vacunas inactivadas -una tecnología ampliamente probada para prevenir otras enfermedades y que hasta ahora mostraron resultados positivos en fase I y II, considerándose seguras y bien toleradas para este grupo etario.
Para el caso de Sinopharm, los estudios de fase I y II, en los que participaron menores de tres a 17 años muestran una respuesta alta de anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2 después de dos dosis, con un seguimiento únicamente de 84 días, por lo que el mismo ensayo considera necesario un periodo más largo para medir esa eficacia.
Mientras se esperan los estudios de fase III para estas vacunas, otros gobiernos como Argentina y Brasil recurren a esas vacunas, ante la alternativa de esperar que haya suficientes dosis de Pfizer
Una opción más puede ser la vacuna de Moderna cuyo fabricante publicó el 23 de marzo pasado datos provisionales y positivos del estudio de fase II y III de la vacuna para niños y niñas de seis meses a seis años: dos dosis 25 microgramos de su vacuna proporcionaron una respuesta inmune similar a dos dosis de 100 microgramos para adultos de los 18 a los 25 años.
El estudio fue realizado con base en una muestra de once mil 700 participantes pediátricos en los Estados Unidos y Canadá, de los cuales aproximadamente seis mil 700 fueron menores de seis mesas a seis años y el resto de seis a 12 años.
Con esos resultados Moderna ya inició la solicitud ante la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para obtener la autorización de uso de emergencia de esa vacuna en menores de seis a 12 años de forma similar a cómo se usa en Canadá y Australia, además de algunos países de Europa.
Por su parte, México solo tiene autorizado uso de emergencia para Pfizer en población infantil y adolescente, para 12 a 17 años, pero en grupos con comorbilidades (enfermedad cardiaca, pulmonar y neurológica crónicas, afecciones del riñón, hígado o sistema digestivo, entre otras).
La Secretaría de Salud federal sigue sin emitir información sobre una posible campaña abierta para la vacunación de menores, ante lo cual algunos grupos organizados de la sociedad exigen llevarla a cabo mientras que algunas familias recurren a juicios de amparo.
Para Solórzano, si bien hay “suficiente información respecto a la eficacia de la vacuna y la seguridad de la vacuna en población pediátrica”, el hecho de que la vacuna de Pfizer sea la única autorizada puede generar una desigualdad en el acceso al biológico.
Mientras llegan las vacunas: familias inmunizadas
La espera de la vacunación a menores puede ser mediada a partir del conocimiento sobre la protección que un entorno de familias vacunadas puede proveer a niñas, niños y adolescentes.
Un estudio -publicado el 27 de enero de 2022 en Science- evaluó la protección entre menores que conviven con adultos vacunados. De acuerdo con la investigación, los hogares tienen una importancia específica en el comportamiento de las enfermedades infecciosas.
Los autores, investigadores de la Universidad de Tel Aviv en Israel, evaluaron el riesgo de contagio en hogares integrados por dos adultos y un niño que seguían sin enfermar y estimaron el efecto de la vacunación en los padres.
Por lo cual, concluyen, la vacunación de los padres confiere una protección sustancial a los niños no vacunados en el hogar.
En México, el 61.18 por ciento de sus habitantes tiene el protocolo inicial completo lo cual podría representar un esquema de reducción del riesgo para niñas, niños y adolescentes.
Para Solórzano este hallazgo es sumamente significativo porque señala la importancia de protección dentro del grupo familiar y da cuenta de cómo el riesgo disminuye a partir del aumento de vacunados en el propio hogar.
“Pero hay que recordar que los niños no permanecen nada más en el núcleo familiar. Por sus obligaciones escolares, por sus actividades recreativas, etcétera, tienen contacto con otras poblaciones no vacunadas y el riego estará latente. Por ello, hay que vacunarlos” cuando haya oportunidad, asegura el médico.
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