Guatemala.

Un glifo con forma de cabeza de venado debajo de dos puntos y una línea es la evidencia más temprana de una anotación de calendario de la que se tiene constancia en la cultura maya y fue encontrada en el yacimiento arqueológico de San Bartolo (Guatemala).

Este fragmento y otros diez restos murales proceden de la pirámide de Las Pinturas y un equipo encabezado por David Stuart, uno de los grandes expertos en esa cultura, los dató entre 300 y 200 a.C., según publican hoy en Science Advances.

Uno de los restos representa la fecha siete venado (7 Manik en maya), formada por dos puntos (de los que solo se conserva uno) y una línea, sobre la cabeza de un ciervo.

Los autores consideran que se trata de la anotación de calendario más temprana del área maya datada con seguridad y estiman que debería considerase entre las primeras evidencias del calendario (ritual) de 260 días en Mesoamérica, e incluso la primera.

El fragmento con la fecha, que se presenta junto a otros de texto en escritura jeroglífica pertenecientes al periodo preclásico tardío de la cultura maya (entre 400 a.C. y 200 d.C.), revelan «una tradición de escritura establecida, múltiples manos de escribas y murales que combinan texto con imágenes de un complejo ritual temprano».

Stuart y su equipo sugieren que estos restos ilustran una tradición artística y de escritura madura en la región durante el siglo III a.C., lo que indica que el calendario ya se utilizaba desde hacía tiempo.

«La evidencia ahora sugiere que ya no podemos señalar una región de Mesoamérica como Oaxaca como ‘el’ punto de origen de las escrituras o del registro calendárico» y la situación apuntaría a un origen “aún más temprano”, en algún momento del Preclásico Medio o antes, “aunque la evidencia sigue siendo indirecta».

El glifo de la fecha 7 venado es importante para entender el desarrollo de la cuenta del calendario de 260 días y otros aspectos asociados con la religión en mesoamericana y la cosmología.

Los mayas y otras culturas en Mesoamérica tenían tres calendarios, uno ritual de 260 días, al que pertenece el fragmento encontrado y que se usaba para las ceremonias religiosas; otro solar de 365 días y la conocida como Cuenta Larga, formado por una acumulación de días y periodos compuestos de tunes (unidades de 360 días).

El calendario ritual, empleado también por las comunidades mayas actuales en el sudeste de México y Guatemala, estaba compuesto por 20 días representados con glifos, junto a trece números expresados por combinaciones de líneas y puntos.

El equipo analizó once fragmentos de pared recuperados entre 2002 y 2012. Estos restos fueron datados usando la técnica de radiocarbono primero en 2005 y después en 2020 para determinar las edades de los contextos arqueológicos de los que procedían.

Es posible que siete venado haga referencia a la fecha de un año, pero también que sirviera como referencia personal, pues algunas estaciones del calendario de 260 días fueron empleadas también como nombres de personas y deidades en tiempos históricos.

La fecha parece estar en una posición inicial, “quizás como parte de un título o para acompañar a una escena o a una figura humana que no se conserva”, indica la investigación.

Durante el periodo Clásico (del 200 al 900), los escribas mayas raramente usaban la cabeza del venado como glifo para el séptimo día y era mucho más normal emplear el símbolo de una mano en el que los dedos pulgar e índice se tocaban.

Este fragmento -indican los autores- es “un ejemplo muy raro de una clara fecha jeroglífica del periodo preclásico tardío. Solo un puñado de registros de fechas de ese periodo se conocen en los restos arqueológicos de Mesoamérica, de los que muchos son difíciles de datar con precisión”.