Los bosques tropicales de la Amazonía y sus territorios indígenas pueden absorber cada año más de 26.000 toneladas métricas de contaminantes provocados por los incendios, una cualidad clave para prevenir enfermedades respiratorias y cardiovasculares en las zonas urbanas más desforestadas, según indica un estudio publicado este jueves en Nature.
La investigación, desarrollada a partir de datos recopilados durante diez años, sostiene que cada hectárea de bosque quemado supone para esas ciudades un coste anual de dos millones de dólares en tratamientos médicos (1,8 millones de euros al cambio actual).
No obstante, destaca que la absorción de contaminantes por parte de bosques autóctonos puede rebajar significativamente esa factura al prevenir hasta 15 millones de casos de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
El estudio constata, asimismo, que las tierras indígenas más boscosas protegen a las poblaciones rurales y urbanas, sobre todo a aquellas situadas en el llamado “arco de deforestación” del sureste de la Amazonía, la más castigada “por la agroindustria y otras actividades legales e ilegales”.
“Es sabido que, en todo el mundo, los bosques absorben contaminantes de incendios a través de los poros de la superficie de las hojas, pero esta es la primera vez que se ha estimado la capacidad de los bosques tropicales para hacerlo”, explica en un comunicado la principal autora del trabajo, Paula Prist, de la ONG EcoHealth Alliance.
Los resultados confirman que los bosques de la Amazonía pueden absorber hasta 26.000 toneladas métricas de partículas cada año, de las que el 27 % corresponde a los territorios indígenas, a pesar de que estas zonas solo representan el 22 % de toda la selva tropical.
En este sentido, los autores piden al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva -tras casi ya 100 días en el puesto-, que cumpla con la promesa de “reconocer y aplicar” los “derechos territoriales” de los pueblos indígenas, los cuales “desempeñan un papel importante para reducir la deforestación y la pérdida de biodiversidad”.
“La ciencia ha demostrado que los bosques gestionados por poblaciones autóctonas sufren menos la deforestación que empuja el cambio climático y eleva el riesgo de pandemias, pero este es el primer trabajo que cuantifica cuánto benefician a la economía y salud humana”, explica la coautora Florencia Sangermano, de la Universidad Clark (EE.UU.).
Para este estudio, el equipo de investigadores, que incluye a expertos de la Universidad George Mason (EE.UU,), la Universidad Autónoma de México y la Universidad de São Paulo (Brasil), pusieron el foco sobre 722 pueblos y ciudades de un área que abarca más de la mitad del territorio brasileño.
Se trata de una amplia región que durante la temporada de incendios, desde finales de julio hasta finales de noviembre, se convierte en “uno de los lugares más contaminados de la Tierra”, recuerda Prist.
Los incendios en países con bosques tropicales, incluida la cuenca del Amazonas, son responsables del 90 % de las emisiones globales de materia de partículas provocadas por estos fuegos, observa la experta.
Además, respecto a otras variedades de bosques tropicales, el tipo de vegetación que cubre la Amazonía es más proclive a liberar “aerosoles carbonosos negros y orgánicos”, los componentes principales de las finas partículas implicadas en el “aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares en la región”.
El informe advierte de que entre el 19 de mayo y el 31 de octubre de 2021, los incendios en la Amazonía consumieron 519.000 hectáreas de bosque, siendo Brasil el país más afectado.
“El número de fuegos ha ido en aumento en los últimos años. Y en 2020, la tasa de deforestación alcanzó su nivel más alto de la década en el amazonas brasileño”, concluye Prist.
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