Viena.
La piel, ese órgano que nos protege y nos define, es la gran protagonista de una exposición en Viena dedicada al médico austriaco Ferdinand Hebra, pionero en la dermatología moderna.
Antes de sus descubrimientos, los médicos creían que las enfermedades cutáneas eran consecuencia de fluidos internos, pero Hebra mostró que la piel es un órgano en sí mismo y revolucionó su estudio.
Uno de sus hallazgos más importantes fue sobre la sarna, no era causada por fluidos podridos del cuerpo, sino por un parásito externo. También identificó enfermedades como el lupus eritematoso, aunque en su época aún no se conocía su origen autoinmune.
Su legado quedó plasmado en el Atlas de enfermedades de la piel, ilustrado con detalladas imágenes de pacientes, incluyendo casos impactantes como el del marino Georg Constantinus, cubierto con 388 tatuajes.
Además, en la exposición destacan los moulages, reproducciones de cera de enfermedades cutáneas como el lupus vulgaris, que en el siglo XIX se creía causada por mordedura de lobo.
Gracias a Hebra, la dermatología se consolidó como una disciplina científica y Viena se convirtió en un referente mundial en el estudio de la piel.