Estados Unidos. 

Para los humanos, el espacio es un lugar hostil. Los mayores desafíos son la radiación cósmica y la microgravedad. Esta última afecta a las funciones corporales. La densidad ósea disminuye entre un 1% y un 1,5% en un mes, que es lo que un adulto mayor pierde en la Tierra en un año. Los músculos pierden hasta 20% de su masa en pocos días.

El corazón se atrofia, ya no necesita toda su potencia para bombear sangre desde los pies hasta el cerebro. Los fluidos corporales viajan a la cabeza ejerciendo presión sobre el cerebro y los ojos. La visión puede quedar afectada de forma permanente.

Otros peligros son el efecto en las arterias, que en solo 6 meses pueden envejecer entre 20 y 30 años. Cálculos renales, debido a que la orina contiene más calcio, lo que resulta en una menor densidad ósea. La columna vertebral puede alargarse hasta 5 cm, lo que aumenta el riesgo de hernia discal.

En la Tierra, los humanos estamos protegidos de la radiación cósmica por la atmósfera, pero en el espacio es una amenaza. La exposición a la radiación en la Estación Espacial Internacional es 10 veces mayor que en la Tierra, lo que aumenta el riesgo de cáncer y altera el recuento sanguíneo y el sistema comunitario.

El aislamiento, en tanto, puede afectar el ánimo y causar estrés, un reto extra, especialmente en misiones largas como a Marte, que demandaría a los astronautas permanecer en el espacio hasta 9 meses.