Brasil

La sequía en la Amazonía brasileña ha llevado esta semana a mínimos históricos al caudal del río Branco, uno de los mayores afluentes de la región.

El río tocó la marca de 39 centímetros negativos de caudal a principios de semana, uno de los peores registros de su historia, apenas superado por la sequía de 2016, cuando se alcanzaron los 59 centímetros negativos, según datos de la Agencia Nacional del Agua.

El caudal del afluente, que atraviesa el norteño estado de Roraima a lo largo de 500 kilómetros para luego desembocar en el río Negro, ha bajado tanto que ahora se ven extensas lenguas de arena de cientos de metros de ancho, antes sumergidas.

En Boa Vista, la capital regional, las personas caminan y se toman fotos sobre el lecho del río, arrastradas por la curiosidad, mientras que el transporte fluvial entre las orillas se ha visto perjudicado.

Además, la reducción del caudal ha llegado a paralizar algunas estaciones de tratamiento de agua y ha afectado el suministro hídrico de la población.

En el municipio de Mucajaí, situado a orillas del Branco, un 70 % del suministro se vio afectado a mediados de mes por la gran cantidad de arena captada por las bombas de agua de la estación local y la población pudo abastecerse apenas mediante los pozos.

La sequía en Roraima también ha multiplicado el número de incendios hasta llegar a 1.378 en lo que va de marzo, frente a los 499 del mismo periodo del año pasado, según datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.

El cielo de Boa Vista ha adoptado un tono blanquecino por el humo de los incendios, aunque la lluvia por fin dio un respiro el viernes después de 42 días de sequía.

El fenómeno climático de El Niño, que afecta al país sudamericano desde mediados del año pasado, ha provocado altas temperaturas y escasez de lluvias en el norte y precipitaciones torrenciales en el sur.