Ecuador.

Quito, la capital andina de Ecuador situada en la Mitad del Mundo, acogió este viernes la séptima Convención Internacional de Tatuajes con cientos de representantes de este género de América y Europa que tienen un solo objetivo: dejarse el arte en la piel.

Tatuadores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, México, Estados Unidos, Francia y España, entre otros países, han presentado sus trabajos y expuesto sus técnicas al público en un Centro de Convenciones de Quito, convertido hasta el próximo domingo en un imán para la juventud.

La artista española Débora Cherrys no dejó dudas de que el tatuaje corporal es un arte cada vez más aceptado y popular, al punto de que ella cree que en Europa más de la mitad de la población joven se ha plasmado alguna imagen en la piel en los últimos años.

La tatuadora madrileña de 38 años aseguró a EFE que en países como Ecuador, donde todavía existe un temor a este tipo de arte, la industria del tatuaje necesita tiempo para posicionarse, pero dijo estar segura que ello se logrará por la diversidad de técnicas y estilos que se utilizan en la actualidad.

Si una persona quisiera tatuarse, Cherrys dijo que lo primero es que le guste, porque «es algo para toda la vida», y aconsejó que en un inicio se debería «empezar por algo pequeñito» y que provoque comodidad.

Tras ese primer paso, todo es más fácil e incluso el dolor que se puede experimentar con el primero se torna más tolerable, aunque «lo malo es que es adictivo» y las personas vuelven por más, comentó.

Ella lo definió con la frase: «Cuando haces pop ya no hay stop» y lo que se obtiene es «una obra de arte en la piel».

Incluso ahora la persona se puede arrepentir pues hay formas con tecnología láser para borrar tatuajes o se pueden superponer otras figuras a la inicial.

Y es que eso de que algo es «para toda la vida, no va más», comentó Cherrys.

Luis Pérez, organizador de la convención, dijo sentirse satisfecho con el encuentro que ya lleva su séptima edición y que se mantendrá en el futuro.

«Descubrir el mundo maravilloso del tatuaje» es otro de los objetivos de la Convención que incluye también un concurso entre las diferentes técnicas, comentó Pérez al asegurar que este tipo de encuentros permite a los tatuadores nacionales conocer nuevas técnicas y fijarse nuevos desafíos.

Para él, el tatuaje otorga una «identidad» a quien decide aceptarlo en la piel, además de ofrecer «originalidad» al usuario que quiera verse distinto.

Por eso «el tatuarse es tolerable, el dolor no es extremo, y para colmo es adictivo» y cada vez adquiere «mucha más fuerza», opinó.

De su lado, Carlos Piedrahita, un artista colombiano que participa también en la Convención de Quito dijo estar convencido de que en la actualidad hay una oleada de tatuadores y también de clientes.

Oriundo de Medellín y de 27 años, Piedrahita comentó que él práctica un estilo propio adquirido a través de muchos contactos con artistas de otros países y latitudes.

Sin embargo, consideró que el mejor ensamble de este arte es cuando el cliente «hace match» y congenia con el tatuador, creando incluso «una especie de terapia a través del tatuaje».

En el encuentro también ha trascendido la figura del francés Anthony Loffredo, conocido como el «Black Alien» (Extraño Negro) por su ambición de modificar su cuerpo de manera extrema para parecerse a un extraterrestre.