Uruguay.

Entre los muchos detalles que no se ven detrás de cada función están los botones, alfileres, esponjas, pinceles, pegamentos y por supuesto un enorme cansancio y sudor por sus horas dedicadas a la última arcada de talle. Sin embargo la despampanante fiesta del carnaval uruguayo no existiría sin este gran esfuerzo.

La expresión ‘sangre, sudor y lágrimas’ aunque suene extrema refleja de alguna manera lo que dejan sobre sus mesas de trabajo en una larga carrera hacia el tan intachable, como asombroso espectáculo que entra en luces de colores, bombos y redoblantes, da forma al carnaval más largo del mundo.

Tanto para los que hacemos el carnaval detrás del escenario o los que suben, es algo que lo llevamos muy incorporado y nos tiene que gustar realmente mucho”. Así lo señaló la vestuarista Laura Ferreira, quien además dice sentirse bendecida por poder trabajar en lo que realmente le apasiona.

Por su parte la diseñadora de vestuario, Maui Amigo, comparte la opinión de su colega y subraya que el éxito de este oficio puede enmarcarse en la palabra pasión. “Uno primero lo hace porque le apasiona, porque hay un motor que tiene que ver con una pulsión creadora que a cada uno lo puede desarrollar. El espacio del carnaval es eso”, expresó.

Los artistas que hacen posible este espectáculo coinciden en que la creatividad y la pasión son el motor que los impulsa a trabajar en sus ejercicios artísticos, porque gracias a la dedicación vertida en ese tras bambalinas de maquillaje, puesta en escena, iluminación, utilería, diseño y realización de trajes y sombreros de quienes se llevarán las miradas y los aplausos, las risas y llantos de los miles que observan el carnaval, le dan todo el valor.