Brasil.
Las hormigas, por ejemplo, son excelentes trepadoras. Disponen de unas hendiduras en sus patas que pueden pegarse a los agujeros más diminutos. Los caracoles liberan una capa de baba sobre superficies planas de manera que no se secan, además de proteger su sensible piel. La baba de caracol está enriquecida con proteínas que la hacen muy pegajosa.
Este lagarto, en cambio, no necesita sustancia pegajosa para correr arriba y abajo por una superficie de hielo. Un microscopio de electrones revela cientos de miles de pelos diminutos en los dedos del reptil. Cuando los pelos tocan la superficie, fuerzas electrostáticas crean una atracción intermolecular.
Inspirada por los lagartos, la NASA está probando un robot trepador. Se sirve de pequeños ganchos que pueden ahorrarse a superficies rocosas. Algún día, este súper trepador podría escalar las montañas de Marte.
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