La Amazonia volvió al centro de la agenda climática en Brasil, con el compromiso del gobierno de poner fin a la deforestación hasta 2030, mientras Sudamérica mantiene la expectativa de recibir por tercera vez la Conferencia Mundial sobre el Clima de la Organización de las Naciones Unidas (COP30), a finales de 2025, en Belém, Brasil.
Mientras tanto, las instituciones nacionales de enseñanza e investigación ubicadas en el mayor bosque tropical del mundo enfrentan dificultades para mantener sus actividades, con presupuestos que hace años están estancados en niveles muy bajos y sin ajustes por inflación.
El Museo Paraense Emílio Goeldi —la institución de investigación más antigua en la región amazónica, en Belém— redujo su presupuesto en más de 10 por ciento en los últimos dos años. “Teníamos aproximadamente US$ 3,6 millones en 2023 para el pago de gastos fijos, lo cual ya no era suficiente porque no había sido ajustado a la inflación de 5,8 por ciento del año anterior”, dice a SciDev.Net Nilson Gabas Júnior, director del museo.
En 2024 la asignación cayó todavía más, a US$ 3,2 millones, y la inflación de 2023 fue de 4,6%. “No sabemos si podremos cubrir todos nuestros gastos hasta el final de año”, agregó. Según Gabas Júnior, se necesitarían US$ 6 millones por año para que el museo pueda financiar adecuadamente sus actividades.
La situación también es crítica en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), la tercera institución que produce más investigaciones sobre el bioma en el mundo. Su presupuesto para el pago de gastos fijos disminuyó de casi US$ 7,6 millones en 2022 a US$ 7,3 millones en 2023, una cifra inferior a la de 2017.
El presupuesto de la Universidad Federal del Pará (UFPA), en Belém, también se redujo a US$ 37,4 millones en 2024 —poco más de US$ 1 millón menos que en 2023. Ya el presupuesto de la Universidad Federal de Amazonas (Ufam), en Manaus, presenta una brecha de más de US$ 26,7 millones en 2023 respecto a 2019 sin la corrección de la inflación.
Además de los valores de los presupuestos de las distintas instituciones de la región, la distribución desigual de recursos para la investigación es otro problema.
“Los últimos datos que tenemos muestran que las instituciones de la Amazonia siguen siendo penalizadas por una distribución desigual de los recursos, algo incompatible con las ambiciones del gobierno de consolidar la región en el centro de la agenda climática global”, dice a SciDev.Net Emmanuel Zagury Tourinho, rector de la UFPA.
Un ejemplo de cómo la distribución de los recursos se hizo de modo desigual entre las regiones del país se refleja en un estudio publicado en la revista Perspectives in Ecology and Conservation.
Los autores analizaron la distribución de recursos hecha por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) —agencia de financiación a la investigación vinculada al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) de Brasil— para proyectos en áreas relacionadas con la biodiversidad: botánica, zoología, ecología y limnología.
Para eso, se basaron en datos de las convocatorias universales —un tipo de modalidad de financiamiento que tiene como objetivo apoyar proyectos de investigación en todas las áreas del conocimiento, sin necesidad de encuadrarlos en temas específicos— realizadas entre 2016 y 2022.
En el análisis verificaron que los grupos de investigación de la región recibieron US$ 481,6 mil para cubrir los costos de sus actividades de investigación, incluyendo expediciones de campo, compra y mantenimiento de equipos de laboratorio y de campo. Mientras tanto, los grupos del sudeste recibieron casi US$ 2 millones en igual período, y los del sur, US$ 861,3 mil.
“El norte del país abarca 87 por ciento de la Amazonia brasileña, pero recibió sólo 10 por ciento del total concedido por el CNPq entre 2016 y 2022 para investigaciones en las áreas de biodiversidad”, señala la bióloga Lis Stegmann, de la Embrapa Amazônia Oriental y una de las autoras del estudio.
Esa situación se mantuvo inalterada en la última convocatoria universal que se concluyó a finales de 2023, lo que demuestra que el problema no se limita a las áreas de biodiversidad.
Según datos del propio CNPq, de los casi US$ 55 millones invertidos en 2023 en proyectos de todas las áreas y en todo el país por medio de esta convocatoria, solo US$ 2,2 millones ha sido direccionado a instituciones de la Amazonia. “Sin dinero, corremos el riesgo de un apagón de datos sobre el bioma”, señala Gabas Júnior.
Para intentar disminuir esa desigualdad, el MCTI lanzó recientemente el programa “Más Ciencia en la Amazonía”, que prevé una inversión de US$ 685 millones entre 2024 y 2026 para la infraestructura de investigación y apoyo a la innovación en instituciones de los estados de la región.
“La consolidación de esta iniciativa como una política científica nacional permanente podría cambiar las reglas del juego para la infraestructura científica en la Amazonía”, señala Stegmann.
La falta de recursos públicos para la investigación y la dificultad para atraer y retener en gran número a científicos calificados son problemas que desde hace mucho afectan a las instituciones del norte de Brasil.
Según Stegmann, las actividades de ciencia y tecnología (CyT) en Brasil están altamente concentradas en pocas instituciones del sur y sudeste. “Ellas concentran los programas de posgrado mejor evaluados, tienen más infraestructura, producen más y acaparan las mejores oportunidades laborales, por lo que atraen los mejores estudiantes e investigadores, y también más recursos para la investigación”.
Un ejemplo de esta situación es que solo 329 de los 2.744 investigadores de programas de posgrado en biodiversidad están asignados a instituciones de la Amazonia, especialmente en el Goeldi y el Inpa, “que están crónicamente subfinanciadas y tienen personal insuficiente”, señala Stegmann.
Esta diferencia es aún mayor cuando se evalúa la distribución de investigadores en programas de posgrado de todas las áreas: 23.422 de ellos se encuentran en instituciones del norte, mientras que en el sudeste esta cifra es de 188.954, según datos del Sistema de Información Georreferenciado de la Coordinación para el Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes). Esta agencia del Ministerio de Educación (MEC) evalúa los programas de posgrado del país y tradicionalmente invierte en becas, especialmente de maestría y doctorado.
“Las amenazas a los ecosistemas amazónicos hacen que sea crucial crear una mejor comprensión de la conservación de su biodiversidad”, dice Stegmann. “Para eso, las inversiones en investigaciones precisan ser regulares y previsibles”.
- Un paso hacia la equidad para laboratorios latinoamericanos - noviembre 21, 2024
- Medicinas en Latinoamérica: US$ 30,5 mil millones de sobrecosto - noviembre 19, 2024
- Emisiones de ganado: medir para mejorar - noviembre 8, 2024