México.
En 1960 nació en la universidad el sueño de crear un espacio donde se concentraban las películas y actividades cinematográficas que eran organizadas por la comunidad estudiantil. Desde entonces, cientos de personas han dedicado su talento, mirada, manos y pasión por el cine a transformar lo que a primera vista parecen simples acetatos, pero que guardan en su interior un testimonio de nuestra evolución, miedos, alegrías, reflexiones y esperanzas en el mundo. ¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta el recinto?
“Una vez que iban a los cineclubs universitarios, fundamentalmente el que sucedía en el Auditorio ‘Justo Sierra’ en la Facultad de Filosofía y el Auditorio ‘Carlos Lasso’ de la Facultad de Arquitectura, cuando regresaban esas copias, que rolaban también en un montón de otros cineclubes, pues se tenían que guardar en algún sitio y qué mejor sitio para guardarlas que una filmoteca, un archivo y entonces empieza a crecer hasta que llegamos a esto”, relató Hugo Villa, director general de la Filmoteca.
El cuidado de nuestra memoria fílmica comienza en las bóvedas, espacio donde las cintas de una base de acetato y nitrato de celulosa son almacenadas con aires acondicionados, lo cual representa un alto costo para la filmoteca, pero sin los cuales no podrían garantizarse las condiciones adecuadas de temperatura, humedad y seguridad para conservar el material fílmico.
“Se dieron cuenta que para digitalizar se necesitan los materiales originales, y los materiales originales estuvieron aquí más de 30 años, aquí preservados y se lograron por eso sacarlos a las áreas de digitalización. Y bueno, y ahora resulta que de cada formato hay que volver a usar los materiales originales, si sube de 2K a 4K a 32K hay que subir otra vez con los materiales originales, entonces, pues bueno, ya tuvo más importancia el preservar los materiales primigenios, sobre todo los materiales originales”, destacó Juan García Hernandez, jefe del departamento de Bóvedas.
Para que las cintas puedan pasar de latas a imágenes en movimiento, son llevadas al taller de restauración, donde su revisión puede tomar de 15 minutos a 20 días, un trabajo que es realizado solamente por 5 personas, cuyos minuciosos cortes, mediciones y limpieza, responden más a una labor artística fundamental, para que las películas puedan ser traídas aquí al laboratorio de digitalización y así ser preservadas para la posteridad.
“Previo, preparación del film, tiene que limpiarse, revisarse, que estén en estado correcto para pasar por estos aparatos, scanners. Una vez que se digitalizó el material, se le puede dar un tratamiento para restituir o rescatar lo más cercano a lo que fue el original, finalmente todo eso hay que hacer dos cosas con ese material, una preservarlo y la otra dar acceso a la gente, que la gente lo pueda ver”, dijo Gerardo León Lastra, laboratorio digital.
Desde 2011, el laboratorio digital ofrece la plataforma cine en línea, que de manera gratuita reúne más de 100 materiales audiovisuales de cinematografía nacional, que se han restaurado en el mismo recinto, y son un ejemplo de la vanguardia que mantiene la filmoteca.
Además es uno de los pocos laboratorios de América Latina que digitaliza cintas con el film original, lo que la convierte en un referente dentro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos, además de una institución multi galardonada internacionalmente y de importante espacio de consulta en América Latina.
“Si solamente digitalizaras y pusieras en perfectas condiciones para vivir en el mundo digital a las 200 películas más importantes de la historia del cine mexicano, sin pararlas 24 horas del día a los 365 días del año, la filmoteca trabajando a tope a todo lo que va a sin pararnos ya varios 6 años, esto es, 200 películas nos lleva 6 años y tenemos entre 50 y 60 mil”, comentó Villa.
La filmoteca cuenta también con una colección de más de 800 aparatos cinematográficos, donde el más antiguo data de 1905, y cuyo valor y riqueza cultural no podrían ser conservados al día de hoy sin el compromiso de la filmoteca de salvaguardar la memoria cinematográfica de nuestra universidad y el país.
“Durante muchísimos años, una filmoteca que tuviera su propio laboratorio, su propio taller, bóvedas con esta calidad y con este nivel de cuidado y, por supuesto, el personal que trabaja aquí que está muy altamente capacitado, eran muy poco frecuentes de encontrar. El estándar lo fijó la filmoteca, entonces en ese sentido no pienso que pasaría si no existiera, más bien pienso en lo importante que es que sí exista, y sobre todo te digo que exista en una universidad pública y con carácter público”, concluyó Villa.
Por: TV UNAM.
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