Colombia.
Mantener la alimentación de sus hijos es un reto que Wendy enfrenta a diario. El aumento de precio en los alimentos afecta las finanzas de su hogar y pone en peligro la salud de sus hijos.
El salario del esposo de Wendy es el único ingreso del hogar y no alcanza. Para comprar algo del mercado, pidieron un préstamo, pues les preocupa la salud de las niñas. Una de las hijas de Wendy tiene un peso y estatura menor al que corresponde a su edad.
Una de las alternativas que ofrece Colombia para combatir la desnutrición infantil, es la atención que reciben los niños en los jardines infantiles.
“Más de 470 mil personas están en inseguridad alimentaria severa, de acuerdo con la Escala de Seguridad Alimentaria Latinoamericana y el Caribe. Eso implica un gran reto. No solo en la atención de la inseguridad alimentaria de los adultos, sino en la atención en la seguridad alimentaria de los niños y niñas”, comentó una especialista.
Otra alternativa son los comedores comunitarios ubicados en los barrios más humildes de la ciudad. Ahí, los niños pueden comer alimentos variados que sus padres difícilmente pueden costear.
Uno de esos comederos atiende a 180 niños y adolescentes de entre 4 y 18 años y, aproximadamente el 50 por ciento, presenta un peso bajo. El comedor es atendido por cuatro cocineras, que preparan más de 300 almuerzos al día.
María, una cocinera, trabaja ahí desde hace años y da fe del cambio que viven los niños beneficiados por el comedor. Wendy, mientras tanto, vuelve al jardín en busca de un cupo para su hijo. Para la familia es urgente por la educación, pero también para garantizar las comidas de los niños.
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