¿Qué sabemos de moluscos? En general, conocemos bastante bien a los que nos alimentan, pero desconocemos las virtudes de gran parte de las más de 50 mil especies vivientes de moluscos en todos los ecosistemas de la Tierra, desde las profundidades oceánicas a las zonas de alta montaña, pasando por paredes rocosas de litorales marinos o las aguas de ríos y estanques.
Lo que tienen en común estos invertebrados es el cuerpo blando (de ahí el mollus, en la etimología latina), aunque algunos han quedado desnudos (las babosas y los pulpos, por ejemplo) y otros están revestidos de una concha calcárea dura (los bivalvos o los caracoles). Malacología se denomina la rama de la zoología que los estudia, pero estos invertebrados han ayudado a otros científicos a averiguar cosas impensadas de la prehistoria, de nuestro desarrollo como seres vivos e, incluso, de la salud humana en el presente.
Ahora, y hasta el 19 de marzo, se lleva a cabo la etapa final del certamen del International Mollusc of the Year 2023’(el molusco internacional del año 2023), que busca elegir uno, entre cinco finalistas, para secuenciar su genoma completo. El investigador que haya presentado la candidatura del animal que resulte ganador recibirá la financiación que le permitirá abordar una tarea esencial para contribuir a entender la evolución de los seres vivos. El premio tiene una dotación de entre 5.000 y 25.000 euros.
En la curiosa competición, organizada, por tercera vez, por el The Loewe Centre for Transnational Biodiversity Genomics, ha llegado el turno del público en general, que debe votar por uno de los moluscos finalistas que han sido previamente escogidos por científicos de todo el mundo y, entre los nominados, figura el caracol burbuja ondulado (Micromelo undatus), una especie atlántica que se presenta en abundancia en las Islas Canarias.
Los otros cuatro en liza son: la ostra gigante de aguas profundas llamada Neopycnodonte zibrowii; el nudibranquio de cuernos gruesos, de nombre Hermissenda crassicornis; la babosa leopardo Limax maximus y el abalón chileno Concholepas concholepas.
Detrás de este incentivo a los malacólogos de todo el planeta se encuentra un importante grupo de zoológos ligados al Museo Nacional de Historia Natural de Senckenberg, en Frankfurt (Alemania), según explica a SINC Carles Galià Camps, un doctorando de la Universidad de Barcelona e investigador del Institut de Recerca de la Biodiversitat (IRBio) que apuesta por investigar este molusco canario y para ello hace campaña conjunta con otro especialista en biología, Aketza Herrero, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Los más diversos del mundo
“Los moluscos son el segundo universo animal más diverso del mundo (lo integran sepias, caracoles y bivalvos, entre otros) y esta diversidad demuestra que han tenido mucho éxito evolutivo”, sostiene Galià. Y agrega: “una secuenciación del genoma completo nos permite saber cómo han conseguido estos animales ser tan exitosos, qué genes tiene cada rama y cómo, a pesar de pertenecer a diferentes especies han sido tan exitosas”.
Hacer “un árbol completo de la vida” del caracol burbuja ondulado es lo que se proponen Carles, desde su especialidad en genómica, y Aketza, desde la ecología. Así aprovechan que uno de los investigadores tiene los ejemplares “en la puerta de su casa”, según bromea el científico de la Universidad de Barcelona, ya que esta especie de caracol vive “en el litoral marino, entre 0 y 10 metros de profundidad”.
Además de ser un “animal muy bonito, es icónico y autóctono de Canarias”, apunta Galià, su interés científico radica en que podría considerarse “el eslabón perdido entre los caracoles terrestres y el resto de moluscos”. Este molusco “seguramente nos puede explicar cuestiones más generales a nivel evolutivo” como es la “terrestralización, o cómo los caracoles salieron del mar hacia la tierra, algo que sucedió tres veces en la evolución (en los insectos, los peces hacia los vertebrados y los moluscos, de caracoles a babosas)”, en sus palabras.
Gracias al estudio de estos pequeños invertebrados, además, los arqueólogos han podido conocer los modos de vida y mecanismos de supervivencia de nuestros propios ancestros. A los biólogos, esta indagación genómica les ayuda a explorar las mejores vías para la conservación y uso sostenible de la malacofauna (muy requerida por la industria pesquera).
En cualquier caso, los esfuerzos de los ambientólogos actuales procuran evitar la desaparición de miles de especies ya en riesgo de extinción, según la lista roja de especies amenazadas que confecciona y actualiza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los interesados pueden votar aquí.
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