Una investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) revela que una mayor densidad de tráfico cerca del domicilio se vincula con un envejecimiento más rápido.
El trabajo, publicado en la revista Environmental Health, ha trabajado con datos de 3.000 adultos mayores de 60 años a las que se ha seguido durante 10 años, y concluye que las personas más expuestas al tráfico urbano experimentan más problemas de salud y tienen un mayor riesgo de ver reducidos sus años de vida saludables en la vejez.
«La exposición al tráfico residencial cercano se asocia a trayectorias aceleradas de envejecimiento no saludable», apuntan los autores.
El equipo del ISCIII partía de datos previos que relacionaban la exposición al tráfico con diferentes biomarcadores vinculados con un mayor envejecimiento biológico, problemas de salud y un aumento de la mortalidad por diversas causas.
En todo caso, los investigadores señalan que hasta ahora apenas se había estudiado la relación entre la exposición al tráfico, el deterioro funcional y el riesgo de un envejecimiento menos saludable.
Los resultados señalan que las personas expuestas a una mayor densidad del tráfico en las inmediaciones de su hogar acumularon más problemas de salud física y mental, experimentaron una peor salud percibida, relataron problemas de vitalidad y sufrieron más enfermedades crónicas a lo largo del tiempo.
Más riesgo al lado de las gasolineras
Además, el estudio también señala que vivir al lado de una gasolinera también aumenta los riesgos para la salud en el envejecimiento.
El artículo concluye señalando que reducir la contaminación asociada al tráfico urbano debería ser una prioridad en salud pública para facilitar el aumento de años de vida saludables en la vejez.
Este estudio ha estado coordinado desde el Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII y sus dos autores principales son Esther García y Pablo Fernández, que también desarrollan su labor en el Área de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) del ISCIII.
En la investigación han colaborado diversos hospitales y universidades de Madrid, el CSIC y la Escuela de Salud Pública de Boston, en Estados Unidos.
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