París, Francia.

Las emisiones de efecto invernadero por la actividad digital en Francia, crecerán un 45 % de aquí a 2030 y se multiplicarán por tres para 2050, si no se modifican las tendencias actuales, indican dos organismos públicos franceses en un estudio publicado este lunes.

Este incremento se explica por el aumento previsible del número de dispositivos, pero también por su mayor utilización, que a su vez necesita una mayor capacidad de los centros de datos, que podrían representar un 22 % de las emisiones de gases causantes del cambio climático a mediados de siglo.

La Agencia del Medio Ambiente y del Control de la Energía (Ademe) y la Autoridad de Regulación de las Comunicaciones Electrónicas (Arcep), a las que el Gobierno francés encargó en 2020 una evaluación del impacto medioambiental de la actividad digital, estiman que el 79 % de la huella de carbono viene de los dispositivos de los usuarios.

Además, un 16 % tiene su origen en los centros de datos y el 5 % restante corresponde a las redes de telecomunicaciones.

El impacto de la actividad digital

Si el análisis se hace por la contaminación que se genera en cada fase del ciclo de vida de los equipamientos, un 78 % se debe a la fabricación, un 1 % a la distribución y el 21 % a su utilización, lo que comprende el uso de las redes y de los centros de datos.

Esas cifras ponen en evidencia el gran peso que tienen los aparatos en el impacto medioambiental de la actividad digital.

De hecho, cada francés de media genera 301 kilos de residuos por esa actividad en internet que a su vez implica la utilización de 949 kilos de recursos para la fabricación de los diferentes aparatos.

Según las estimaciones de los autores del estudio, en Francia había en 2020 cerca de 800 millones de objetos conectados de diferente tipo, pero el grueso de la huella de carbono era responsabilidad de los teléfonos móviles, los televisores y los ordenadores.

La Ademe y la Arcep han elaborado varios escenarios para sus proyecciones en el horizonte de 2030 y 2050, que se diferencian por el alargamiento de la vida útil de los equipamientos gracias a su ecoconcepción, a su reparación o a un menor consumo.

Esos escenarios también dependen de la limitación del número de equipamientos, del recurso a productos reacondicionados, al hecho de compartir equipamientos o a su sustitución progresiva por otros que necesitan menos recursos, por ejemplo al reducir el tamaño de las pantallas.