Cedeño, Honduras.

En la orilla arenosa resalta la destrucción de casas como por un terremoto. Han sido arrasadas sin piedad por el océano Pacífico en el sur de Honduras, al elevarse el nivel del mar, según lugareños a causa del calentamiento global.

Las olas como un lento tsunami van arrasando propiedades en tierra firme en Cedeño y media docena de pueblos de pescadores del Golfo de Fonseca, unos 100 km al sur de Tegucigalpa y que Honduras comparte con El Salvador y Nicaragua.

«El mar viene avanzando», lamenta Telma Yadira Flores, un ama de casa de 40 años, quien perdió su vivienda de concreto el año pasado y ahora vive en una maltrecha vivienda de tablas, cuya cocina tiene como piso la arena de la playa.

Ante el creciente peligro Telma, que vive junto a su hijo y su nuera, teme que la situación se repita. «Si otra vez se mete el mar tenemos que desalojar y ver para dónde nos vamos».

Con unos 7.000 habitantes, «Cedeño podría desaparecer por completo en 100 años», advierte un informe del no gubernamental Comité de Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca (Coddeffagolf).

Ambientalistas consideran el Golfo, un paraíso de atardeceres esplendorosos, como la «zona cero» o de mayor impacto del cambio climático en Honduras.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió recientemente del riesgo de un éxodo «de proporciones bíblicas» debido al aumento del nivel del mar provocado por el calentamiento global y que «países enteros podrían desaparecer para siempre».

El mar come tierra firme

Las fuertes marejadas derribaron parte de la barrera natural de cocos, destruido muros, viviendas, un laboratorio marino, mansiones de ricos y famosos, y negocios de pequeños emprendedores.

En Cedeño, el ambiente de desolación es visible: la escuela Michel Hasbún, a la que asistían unos 400 niños, quedó abandonada, lo mismo que la sede de la policía o el parque central de la comunidad.

El mar ha ido «avanzando» hasta inundar 105 metros en 17 años, declara a la AFP en base al informe Jorge Reyes, jefe de Proyectos de Coddeffagolf. El informe establece cómo era Cedeño en 2004 y luego en 2021.

«El mar se ha comido seis cuadras (600 metros). Había un campo de fútbol, ese campo se perdió», asegura Sergio Espinal, un pescador de 75 años. «Había buenos restaurantes, buenos hoteles» muchos años atrás.

Especies en peligro

Los habitantes de Cedeño son testigos de cómo desaparecen las especies de crustáceos y moluscos, cuyo hábitat está en las raíces de los bosques de mangle.

La transformación es tal que la playa de Cedeño ahora es un extenso manto arenoso como desierto, aunque cuando la marea sube a ciertas horas del día se cubre por el agua.

Aves marinas, como pelícanos, tijerillas y gaviotas, sobrevuelan intentando subsistir, en medio de la escasez de peces.

«Antes había manadas de delfines, había tiburones, se sacaban peces espada (…) y ahora ya todo se ha perdido», deplora el lanchero Luis Fernando Ortiz, de 39 años, al navegar en las aguas de azul turquesa.

«Esa era la casa de Elvin Santos», dice en alusión al ex vicepresidente (2006-2008), mientras señala una mansión destrozada.

La causa del deterioro ambiental es por «el derretimiento de los glaciares, que está aumentando el caudal del mar», explica Reyes.

Los signos más sensibles para la población costera son la destrucción y el agotamiento de las especies que obliga a pescadores artesanales a «recorrer grandes distancias para poder faenar», dice.

Para mitigar «estamos apostando (…) a la restauración, tanto de ecosistemas como la sumersión de domos para rehacer los arrecifes artificiales» y a la reforestación del mangle, explica.

A nivel global, considera que los países se deben comprometer para hacer lo «humanamente posible», para mejorar el manejo de desechos sólidos y del plástico que están afectando al océano.

Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 11 millones de toneladas métricas de plástico ingresan cada año al mar. La cifra puede triplicarse en los próximos 20 años.

Salvar el océano

El 2 y 3 de marzo, líderes de gobiernos, sector privado, sociedad civil y académicos discutirán cómo poder salvar los recursos marinos en la conferencia anual Our Ocean 2023 (Nuestro Océano).

«El océano es uno de los recursos más valiosos de la humanidad: alberga el 80% de toda la vida en la Tierra, proporciona alimentos a más de 3.000 millones de personas», exponen los organizadores.

Sin embargo, alertan de que «este activo vital está en peligro por el calentamiento global», y «es hora que las naciones trabajen juntas para evitar» que se siga destruyendo.