España.
Los restos dentales fósiles de un macaco de 2,5 millones de años de antigüedad recuperados en el yacimiento Guefaït (Marruecos), han permitido a investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y de la Universidad de Barcelona (UB) reconstruir por primera vez la dieta y el hábitat de este tipo de primate en África.
A través de múltiples análisis realizados a la estructura interna y externa de estos fósiles, se ha podido constatar que estos animales explotaban distintos hábitats con el fin de conseguir los recursos necesarios para su supervivencia.
Tanto es así, que obtenían los alimentos tanto de las zonas boscosas como de espacios más abiertos. Esta información de la ecología alimentaria del género Macaca es también muy importante para entender la paleoecología de los homininos, ya que ambos linajes ocupaban nichos ecológicos similares y pueden representar un buen modelo análogo para explicar la evolución de los homininos del Plio-Pleistoceno del África.
De esta forma, estudiar la ecología de estos primates fósiles puede ayudarnos a entender sus capacidades adaptativas en los entornos cambiantes y cada vez más abiertos que encontramos en este período en África.
Ésta es la principal conclusión del estudio publicado en la revista Frontiers in Ecology and Evolution, en un trabajo liderado por los investigadores Iván Ramírez-Pedraza, del IPHES-CERCA y Laura Martínez, de la UB.
Los restos de macaco ahora analizados forman parte del conjunto de fósiles recuperados en varias campañas de excavación llevadas a cabo durante 2018 y 2019, en el marco de un proyecto transdisciplinario de colaboración hispano-marroquí, que han permitido recuperar más de 3.200 fragmentos de vertebrados (anfibios, reptiles, y pequeños y grandes mamíferos, incluyendo elefantes, rinocerontes e hipopótamos, entre otros) del Pleistoceno inferior inicial, con una antigüedad cercana a los 2,5 millones de años.
La muestra estudiada corresponde a cuatro dientes de cercopitécido de hace 2,5 millones de años con una morfología que permite asignarlos al género Macaca. A partir del tamaño de los dientes, se ha estimado que estos macacos tenían un peso que rondaba los 12 kilos.
En un estudio previo publicado en la revista Journal of Human Evolution por el mismo equipo de investigación, se consideró que tanto el tamaño como la morfología de los dientes son compatibles con los de la especie actual del norte de África (el macaco de Barbaria, Macaca sylvanus).
La dieta de toda una vida
La relevancia de este trabajo radica en que, por primera vez, se ha realizado un análisis combinado multi-proxy sobre restos dentales fósiles del género Macaca de 2,5 millones de años en África.
La aplicación de estas técnicas ha permitido extraer información tanto de la dieta como sobre las condiciones paleoecológicas de este primate desde los primeros años de su vida, hasta los últimos meses antes de su muerte.
Estos datos se han obtenido aplicando tres técnicas que han demostrado ser complementarias: el análisis de los isótopos estables y el microdesgaste dental, pues cada una de ellas nos explica cosas distintas.
En este sentido, Iván Ramírez-Pedraza ha declarado: “La novedad de nuestro trabajo es que, gracias a la riqueza y buena conservación de los restos de Macaca hemos podido utilizar las tres técnicas en el mismo individuo, algo hasta ahora nunca aplicado en este tipo de primates y hemos desarrollado un estudio muy exhaustivo”.
Por un lado, se ha realizado un estudio isotópico de los dientes, analizando la señal isotópica de la bioapatita del esmalte dental. Este tipo de análisis proporciona información relacionada con el origen proteico de los alimentos ingeridos, especialmente en los primeros años de vida del animal.
Por otro, se ha llevado a cabo un análisis del microdesgaste dental, que consiste en cuantificar una serie de marcas, como son las estrías y los agujeros, formadas en la superficie del diente durante el ciclo masticatorio por partículas que son más duras que la superficie del esmalte dental.
En el caso del macaco de Guefaït, se han realizado dos tipos de análisis del microdesgaste dental que proporcionan información de la dieta del animal a medio y corto plazo.
El estudio del microdesgaste bucal, concretamente la microtextura del diente, da información de una etapa relativamente larga de su vida, y el del microdesgaste de las superficies oclusales proporciona información de la dieta a más corto plazo, es decir, de semanas o días antes de la muerte del individuo.
En este trabajo también se presenta una nueva colección de referencia del microdesgaste de cercopitécidos actuales. La combinación de estos estudios ha permitido al equipo investigador extraer datos tanto de la dieta como del entorno paleoecológico en el que se desarrolló la vida del macaco durante el Plio-Pleistoceno.
En este sentido, el análisis del microdesgaste demuestra que este macaco se alimentaba principalmente de fruta, semillas y hojas, pero también habría incorporado otros alimentos abrasivos como las hierbas y gramíneas.
“Esta diversidad dietética nos demuestra la capacidad y flexibilidad de los macacos fósiles a la hora de consumir alimentos diferentes”, afirma el investigador. “Además nos da información de la riqueza de recursos y probablemente de microhábitats en la zona de Guefaït durante el Plio-Pleistoceno”, concluye.
Implicaciones para la evolución humana
Los datos extraídos de la paleodieta del mencionado macaco son “muy importantes para poder inferir cuáles eran las condiciones ecológicas en las que vivían los homininos del Plio-Pleistoceno en el norte de África”, explica Laura Martínez, investigadora de la UB.
La evidencia de los primeros homininos en el norte de África está datada en torno al límite Plio-Pleistoceno (cerca de los 2,4 millones de años) en el yacimiento de Ain Boucherit en Argelia. El contexto ecológico de esta primera población de nuestro linaje es una cuestión clave para entender las dispersiones de nuestros ancestros y de otros mamíferos en estos territorios.
“Si tenemos en cuenta la proximidad de Guefaït con Ain Boucherit, el conocimiento de la ecología alimentaria de este animal puede proporcionar pistas sobre los recursos ecológicos que podrían haber tenido estos primeros homininos”, explica por su parte M. Gema Chacón, investigadora del IPHES-CERCA.
Presencia de Macaca sylvanus a África
Los datos moleculares indican que este primate divergió antes que todo el resto de macacos actuales (que encontramos en Asia). Los dientes de Guefaït son más similares a los de la subespecie africana actual que a las formas fósiles de Europa.
Es posible que la especie estuviera presente de forma ininterrumpida durante los últimos 5 millones de años en África, pero curiosamente existe un vacío en el registro fósil entre 2,5 y 0,2 millones de años, que contrasta con el registro más continuo que se observa en Europa.
Futuros estudios tendrán que aclarar si esta ausencia se debe a una extinción local de esta especie en África o si, simplemente, se trata de un problema de muestreo.
La investigación también constata la ausencia de heladas, la especie Theropithecus gelada, en Guefaït, un género de primate que sí ha sido descrito en Ahl en el Oughlam, otro yacimiento marroquí que tiene casi la misma edad.
Dado que los cercopitécidos son buenos indicadores ecológicos, la presencia de Macaca en Guefaït y de Theropithecus en Ahl en el Oughlam podría darnos pistas sobre el tipo de paisaje. En ese caso los Macaca estarían vinculados a una mayor cobertura vegetal y los Theropithecus a espacios más abiertos.
Referencia:
Ramírez-Pedraza, I., Martínez, L.M. et. al: “Multiproxy Approach to Reconstruct Fossil Primate Feeding Behaviour: Case study for Macaque from the Plio-Pleistocene Site Guefaït-4.2”. (Eastern Morocco). Frontiers in Ecology and Evolution (2023)
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