Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
¿Qué tipo de vejez te gustaría vivir? ¿Te ves viviendo en tu casa, únicamente con tu pareja o posiblemente solo y dependiendo de los cuidados de otra persona? ¿O te gustaría convivir con otras personas de tu misma edad y transitar esta etapa en compañía?
Varias de estas preguntas, sino es que todas, se las realizan muy pocas personas, pues mientras están jóvenes ven muy lejana la llegada de la vejez o porque piensan que vivirán acompañados de su familia. Sin embargo, ambas situaciones pueden cambiar en el transcurso de la vida.
Hoy, la vejez es una etapa en la que los adultos mayores siguen siendo personas muy activas, con participación en distintos sectores de la sociedad y si tienen una buena calidad de vida pueden llegar hasta los 100 años de edad.
En la actualidad son comunes aquellas ideas enfocadas en buscar la salud mental de esta población, en promover el ejercicio , y que resaltan la importancia a mantener círculos de apoyo que permitan transitar por esta época de una mejor manera.
Existen múltiples teorías de cómo vivir una vejez en plenitud, una de ellas es la del cohousing o viviendas colaborativas, aquellos espacios en donde vive un determinado grupo de personas, quienes se auto organizan para construir un lugar en donde vivir en comunidad.
Los cohousing están compuestos por pequeñas casas o departamentos que le dan privacidad a cada persona que los integra, pero poseen áreas comunes en las que se encuentran todos para comer, platicar, jugar y convivir,
Son diferentes a un asilo o una casa de retiro, ya que en este tipo de alojamiento se tiene que pagar una cuota para vivir y recibir los servicios; además, los adultos mayores por lo regular no pueden salir y en general no disponen de su tiempo, se sienten abandonados por su familia y eso les ocasiona depresión, tristeza o enojo.
La idea de un cohousing es que sea el adulto mayor quien quiera vivir ahí, que él elija con quién vivir, que participe en la conformación de la vivienda y confíe en aquellos con los que pasará sus días.
“Las casas se van constituyendo dependiendo de las necesidades del grupo. Una característica clave de los cohousing es que son espacios auto organizados y autofinanciados. El grupo se junta y decide constituir una casa con ciertos elementos, con espacios para hacer ejercicio, comedor colectivo, una cocina para todos, tener un espacio abierto o un consultorio médico”, explica la doctora Margarita Maass, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
Aunque estas viviendas colaborativas se han visto como una opción para vivir una vejez acompañada, con calidad de vida y activa, en algunos lugares como en Estados Unidos o España también vive gente joven.
Investigación mexicana
Cuando la práctica del cohousing apareció en el mundo, fue porque en Dinamarca estaban viviendo un cambio poblacional importante. Era la década de 1960 y las parejas empezaron a tener menos hijos o tenían solo uno; los padres se estaban quedando solos y la manera en que resolvieron no transitar una vejez en soledad fue juntarse con otras personas en la misma circunstancia y vivir en comunidad.
El arquitecto Charles Durrett conoció ese modelo de vivienda, empezó a difundirlo y a trabajar teórica y metodológicamente el concepto, además de que lo sistematizó en términos de conocimientos, información y de teoría social.
Es decir, metodológicamente estableció cómo deberían organizarse las personas que habitarán estas viviendas colaborativas, qué acuerdos tomar para decidir cómo vivir, en qué lugar, cuáles son las características de los espacios colectivos y de los propios, qué reglas tendrá el lugar.
Ahora el cohousing es un modelo aplicado en varios países de Europa y Estados Unidos. En México, la doctora Margarita Maass, quien a trabaja aspectos relacionados con la vejez y el envejecimiento en el CEIICH, inició con un proyecto enfocado en viviendas colaborativas en nuestro país.
Su proyecto de investigación consiste en presentar un modelo de cohousing para México. Para ello cuenta con un seminario, del cual surgió la primera red de viviendas colaborativas en nuestro país. Dicha red ya está formada por varios grupos que están implementando esta idea en lugares como Torreón, Mérida, Ciudad de México, Oaxaca, Querétaro, San Miguel de Allende, León y Guadalajara.
Como parte de este proyecto se construyó una vivienda que ya está en funcionamiento para 15 parejas de amigos. Iniciaron este trabajo hace 16 años, cuando todos aún estaban activos laboralmente. Durante este tiempo decidieron en dónde comprar el terreno, cómo construir las áreas comunes y las cabañas individuales, hacer un huerto, contar con servicio de enfermería. Así poco a poco fueron construyendo un espacio para pasar una vejez activa y en compañía.
La doctora Maass considera que es importante decidir cómo se quiere vivir la vejez; es mejor hacerlo cuando la persona todavía está activa laboralmente, pues se puede empezar a planear. Además, si se decide vivir en cohousing, es posible ir concretando poco a poco los espacios en los que se habitará en un futuro.
- La red de cohousing de México asesora a la gente que quiere conformar viviendas colaborativas, por lo que cuenta con arquitectos, psicólogos, abogados, nutriólogos y comunicólogos para resolver las necesidades de un grupo.
Evitar la soledad
En México, al tener una idea muy arraigada de la familia, por lo general recaen en ésta los cuidados del adulto mayor. Sin embargo, también es real que cada vez más se quedan solos porque enviudan, los hijos se casan o por decisión propia.
La especialista subraya en el artículo Mejoramiento de la calidad de vida en la vejez. Propuesta de Casa de Retiro ecológica y autosustentable que “el vivir solos les ocasiona a los adultos mayores una baja socialización, afectividad y sentimiento de soledad. Esto los hace más vulnerables y más propensos a las enfermedades”.
En cambio, en los cohousing los adultos mayores se acompañan, viven juntos, comparten gastos y –explica– no pasan por el problema de la soledad, que es muy fuerte, ni el de la pobreza, pues comparten gastos y entre ellos se ayudan para prevenir enfermedades.
- Los 3 componentes más presentes y más duros del proceso de envejecimiento y la etapa de la vejez son: la pobreza, la soledad y la enfermedad.
“Como generación dijimos: tenemos que hacer algo para no depender de los hijos, aunque si los hijos están presentes qué maravilla, pero no esperar que ellos nos vayan a cuidar… Y pueden ir nuestros hijos y nietos [al cohousing], pero si no van, estamos encantados porque nos acompañamos entre los que habitaremos ahí”, finaliza la investigadora.
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