Panamá.

Lo que ahora es un objeto de decoración, antes era el alma silenciosa de los indígenas Guna de Panamá. Hoy en el Mundo Occidental, no le tiene tanta pretensión.

Una idea equivocada para el gran instrumento de guerras y victorias al que llaman “Bodoquera” o en su lengua nativa, Páter.

Este instrumento está formado por un tubo de madera de hasta dos metros, va acompañado de dardos y es el orgullo de los hombres de esta etnia que habita en la selva panameña.

La historia de este pueblo que se extendía hasta Brasil, junto con los emberá-wounnan, terminó en batallas y actualmente viven dispersos en asentamientos desde Panamá hasta Colombia.

Ahora los habitantes de estas comunidades están enfocados en otras prácticas para dar una imagen renovada a la comunidad, sin dejar atrás sus tradiciones y cultura que los identifica.

Tal como el avistamiento de aves, un nuevo segmento que han sabido mezclar con sus saberes.

Los indígenas trabajan en un proyecto para atraer más turistas de Norteamérica encantados por el verdor de las montañas panameñas, y la esencia de las tribus autóctonas.

Su agilidad para escuchar y ver la fauna, será puesta en práctica cuando se realice el cuarto conteo de aves en esta región.

Los guías de la comunidad han contado unas tres mil aves de 200 especies, una cifra bastante modesta para un país que tiene registradas, científicamente, más de 940 especies de pájaros, según la información oficial.

Por: EFE