España.
Los urogallos, son una especie emblemática de los hábitats de montaña, está desapareciendo en España y algunos estudios apuntan a que se debe a su escaso éxito reproductivo. Aunque la subespecie común es bastante abundante en toda Eurasia, en España sobreviven menos de 1.500 ejemplares de las dos peninsulares.
En el caso concreto del urogallo pirenaico (Tetrao urogallus aquitanicus), que se encuentra en Cataluña, Aragón, Navarra, Andorra y el Pirineo francés, su hábitat natural son los bosques de pino negro (Pinus uncinata) y su población en España es reducida. Esto hace que, al igual que con el urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus), esté considerado en peligro de extinción según el Catálogo español de especies amenazadas.
Varias instituciones españolas, lideradas por el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA, INIA-CSIC), han realizado el primer estudio sanitario de la especie en el que han detectado que el 62,5 % de los urogallos pirenaicos están infectados con parásitos sanguíneos de los géneros Haemoproteus y Leucocytozoon, relacionados con la malaria aviar. Además, han identificado por primera vez un herpesvirus en cuatro de estas aves.
“Saber qué agentes infecciosos afectan a las poblaciones en libertad es indispensable para establecer planes de conservación adecuados, sobre todo a la hora de tomar decisiones para hacer translocaciones entre diferentes núcleos de población o para reintroducir animales nacidos en centros de cría”, dice Carlos Sacristán Yagüe, investigador del CISA-INIA-CSIC y último autor del trabajo.
“Es importante tener siempre en cuenta que cuando movemos un animal, trasladamos también los agentes infecciosos que porta, y que las poblaciones de destino pueden no tener inmunidad frente a ellos”, añade Sacristán Yagüe. Los hallazgos se publican en la revista Scientific Reports.
Además, los científicos han constatado la ausencia de material genético de diversos patógenos (virus de Newcastle, Escherichia coli, Salmonella sp., Campylobacter jejuni y Chlamydia psittaci) en las 30 muestras de heces frescas de urogallo analizadas.
“Es de vital importancia esclarecer posibles causas de enfermedad y los factores que las determinan, como punto clave para ejecutar acciones dirigidas y más eficaces para la conservación”, añade el experto.
Para Olga Nicolas de Francisco, veterinaria especializada en fauna silvestre y primera autora, “el conocimiento del estado sanitario de las poblaciones de fauna silvestre en peligro de extinción, como es el caso del urogallo pirenaico, es esencial para priorizar acciones de conservación”.
Tanto Haemoproteus como Leucocytozoon son hemoparásitos transmitidos por vectores, principalmente por insectos del género Culicoides en el primer caso, y moscas negras hematófagas en el segundo. “Descubrir su presencia en los urogallos pirenaicos ha sido una sorpresa, dado que se trata de aves de montaña que viven a altitudes elevadas, donde esperábamos que los vectores que los transmiten estuviesen ausentes o presentes tan solo en bajas densidades”, asegura Sacristán Yagüe.
Crisis climática y vectores de transmisión
Para realizar el estudio, los investigadores aprovecharon las capturas periódicas realizadas en el Pirineo catalán para marcar ejemplares (antes con radiotransmisor, ahora con GPS) y llevar a cabo su seguimiento, así como para averiguar su distribución, comportamiento y amenazas.
Durante los últimos años, en estas capturas los autores realizaron una revisión veterinaria y una recogida de muestras de sangre, orofaríngeas y cloacales para análisis de patógenos por PCR; también tomaron muestras de tejido de urogallos pirenaicos encontrados muertos en Cataluña y en Andorra.
Por último, priorizaron la utilización de métodos no invasivos para determinar la presencia de patógenos de interés en las heces, tomando para ello restos frescos durante más de dos años en los bosques que aún las albergan.
Aunque harán falta más estudios, los científicos no descartan una relación con el cambio climático en la propagación de estas enfermedades, ya que los Pirineos son una de las zonas en las que más ha aumentado la temperatura media en los últimos años –al menos 1,2 ºC entre 1949 y 2010– y esto favorece la expansión de los vectores.
“Sabemos que otros agentes transmitidos por portadores pueden aumentar su propagación gracias al calentamiento global y afectar a las aves, como en el caso del virus del Nilo occidental o de Plasmodium relictum”, indica el investigador.
Este último es un parásito protozoo, considerado una de las principales causas de malaria aviar. “Esta enfermedad no se transmite a humanos, pero puede tener consecuencias dramáticas en las aves, especialmente en aquellas que no han coevolucionado con este parásito, como aves de ciertas islas o de climas áridos en los que el mosquito que transmite este parásito está ausente”, enfatiza Sacristán Yagüe.
Aún se desconoce el impacto que los hemoparásitos detectados pueden tener en los urogallos pirenaicos, pero por estudios previos se sabe que en otras especies de aves pueden causar anemia e incluso la muerte.
El primer herpesvirus en urogallos
Respecto al herpesvirus descubierto, probablemente se trata de una nueva especie, el primero registrado en urogallos, emparentado con los que causan enfermedades respiratorias en aves domésticas.
“Es nueva para la ciencia, pero seguramente ha estado infectando a estos animales durante miles de años, ya que estos virus generalmente evolucionan junto a sus hospedadores. Por lo que hemos observado a lo largo de nuestras investigaciones, prácticamente todas las especies tienen sus propios herpesvirus”, aseguran.
Es importante tener en cuenta que en especies de fauna silvestre aún existe un gran desconocimiento sobre los patógenos que las afectan. Por este motivo, el equipo recalca la importancia de llevar a cabo investigaciones que sean capaces de detectar nuevos agentes y así poder ampliar el conocimiento sobre los patógenos que están presentes en el medio natural.
“A pesar del estado comprometido de la especie, aún es posible su recuperación. Existen claros ejemplos de cómo el establecimiento de estrategias de conservación intensivas y dirigidas puede restablecer las poblaciones de especies silvestres, como en el caso del lince ibérico, incluso aquellas que habían llegado a extinguirse en la naturaleza, como el bisonte europeo o el turón de patas negras”, recalca Sacristán Yagüe.
En el trabajo han participado también técnicos de la Generalitat de Cataluña y el Conselh Generau d’Aran, la Universidad Europea de Madrid, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lleida y el Instituto Pirenaico de Ecología.
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