México. 

Donde el mar se encuentra con las tierras tropicales, existen bosques de misterioso encanto. Los manglares surgen en áreas pantanosas, inundadas por aguas dulces y saladas, en condiciones de poco oxígeno.

Sus árboles, los mangles poseen características para crecer en este ambiente adverso. Raíces caprichosas que se colocan por arriba del suelo. Mecanismos que evitan el exceso de sal y semillas que germinan mientras siguen unidas a la planta madre. Son refugio de aves migratorias y fauna amenazada.

En sus raíces anidan peces, crustáceos y moluscos, antes de habitar como adultos en los arrecifes de coral y el mar abierto.

Como ningún otro ecosistema terrestre, captan grandes cantidades de dióxido de carbono mientras aportan oxígeno a la atmósfera, facilitan la recarga de los mantos acuíferos, regulan el clima y protegen a las costas de huracanes y tsunamis.

El 70% de las especies de importancia pesquera se desarrolla aquí. Aunque resistentes, están considerados dentro de los ecosistemas más vulnerables del planeta.

Más del 35% de los manglares del mundo ha desaparecido. Sus principales amenazas son el aumento del nivel del mar causado por el cambio climático, así como la tala para agricultura, ganadería, urbanización y turismo.

México se encuentra entre los países con mayor extensión de manglares, con más de 700.000 hectáreas de cuatro especies de mangle. Por su importancia y vulnerabilidad es fundamental estudiarlos para conservarlos.

Investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM realizan investigaciones y proyectos de restauración de manglares junto a organizaciones civiles y comunidades.

Mantener sanos estos bosques acuáticos que nos brindan beneficios invaluables es nuestro compromiso con la naturaleza.

 Por DGDC.