Alemania.
Un acto simbólico para colocar la primera piedra en el terreno y que marca una de las mayores inversiones en el este de Alemania. El inversionista principal es la empresa Taiwan Semiconductor, y a la ceremonia ha venido su director. A su lado el canciller alemán y la presidenta de la Comisión Europea. “Es perfecto, pues conseguí el apoyo de la Comisión Europea y del gobierno alemán, federal, estatal y local. Estoy contento”, destacó un asistente al evento.
Así debería verse la fábrica de chips en 2027. Costará más de 10.000 millones de euros, de los cuales Alemania paga casi la mitad. Esta considerable subvención es posible gracias a la ley europea del chip, que busca que las fábricas de semiconductores se ubiquen en Europa. El objetivo: más autonomía de las interrupciones de la cadena mundial de suministros, los conflictos comerciales y la piratería en el canal de Suez.
La lista es larga. Taiwan Semiconductor será dueña del 70% de la empresa europea de manufactura de semiconductores TSMC. Otros inversionistas son las alemanas Infineon y Bosch, y la neerlandesa chip firma NXP. Cada una con una participación del 10% de la compañía.
“Creo que es muy difícil, ya ven cuánta inversión requiere este proyecto. Diez mil millones es mucho dinero. Para todas las empresas es una cantidad considerable. Pero gracias a la cooperación, cada uno aporta diferentes habilidades. TSMC aporta las de fabricación. NXP, Infineon y Bosch, las del desarrollo de productos que encajen en la fábrica. Los socios son necesarios. Es algo bastante típico en la industria de los semiconductores, en la que hacer las cosas uno solo tiene menos éxito que asociarse y aprovechar los puntos fuertes de los demás”, destacó un asistente al evento.
El mayor inversor, TSMC, trabaja en estrecha colaboración con la Universidad Técnica de Dresde. Solo este año, 30 estudiantes participan en una pasantía de 8 meses en TSMC en Taiwán. Entre ellos Verónica Boronco y Chatra Comadvar, que esperan formar parte más adelante de los 2.000 empleados de Dresde que van a producir los chips para controlar motores.
“Tenemos una posibilidad real de trabajar allí en el futuro. TSMC es una compañía reconocida, tiene una marca propia, así que el hecho de poder agregar que soy pasante en esa compañía ha mejorado mi currículo”, relató una de las estudiantes.
Para TSMC, la nueva planta en Dresde es otro paso hacia una mayor independencia de Taiwán, una isla que vive con el miedo constante a un ataque chino. Debido a ello, la empresa planifica actualmente otra planta de chips en Japón y dos en Arizona. Y en Europa, ese proceso de internacionalización de TSMC comienza aquí en Dresde.
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