León, España.

Un grupo de investigadores, del que forma parte la ingeniera española Carmen Salvadores Fernández, diseñó un guante inteligente que incorpora sensores y que ya ha demostrado su utilidad para ayudar en partos complicados al detectar la posición del feto, aunque sus creadores consideran que sus aplicaciones pueden tener mucho más recorrido en la sanidad.

Salvadores, de 25 años y nacida en León (noroeste de España), en conversación telefónica con EFE desde el laboratorio donde trabaja en la Universidad pública de Londres (University College London) explicó que los médicos que colaboran con este equipo de investigación han validado la utilidad del guante para detectar la posición del feto e indicarles la fuerza que deben ejercer en la cabeza del bebé y evitar así riesgos.

El equipo de investigadores que ha desarrollado este guante inteligente está supervisado por el profesor Manish K. Tiwari y, además de Salvadores, forman parte del mismo los también ingenieros Biswajoy Bagchi, Priyankan Datta y Priya Gupta, y los médicos Shireen Jaufuraully, Anna David y Dimitrios Siassakos.

«Mi contribución principal dentro de este grupo consiste en el desarrollo de los sensores en sí y de la tecnología que llevan aparejada», indicó la joven investigadora, que está realizando su tesis doctoral centrada principalmente en estos trabajos.

Según afirmó, «básicamente lo que hemos hecho ha sido desarrollar unos sensores de fuerza que miden la presión que se está ejerciendo sobre algo, y posteriormente surgió la idea de incorporarlos a los guantes que usan los médicos para sus exploraciones porque pensamos que podrían tener utilidad».

La joven llegó a Londres a los 18 años para cursar la carrera de Ingeniería Mecánica, que completó tres años después con el máster integrado a estos estudios y posteriormente empezó el doctorado en la misma universidad con una beca de La Caixa, que concluirá en 2023

Se trataba, señaló, de hacer los sensores lo suficientemente finos para que la percepción del médico en sus exploraciones no se viese afectada y, una vez que se logró este objetivo, se verificó que servían para comprobar la presión de la fuerza o la presión que se estaba aplicando en diferentes tipos de intervenciones.

«Este punto es una de las fortalezas de la investigación porque permite evitar que se traspasen límites, lo que incide en la seguridad de la práctica médica», puntualizó la investigadora, que avanzó que, una vez demostrada su utilidad en la asistencia a los partos, «se abre la puerta para otras aplicaciones porque al final medir fuerza en casi todas las especialidades médicas es algo habitual e importante».

Ha explicado que las pruebas las han realizado con modelos de cabezas de recién nacidos que tienen en el laboratorio y han revelado que al ser sensores de fuerza también ofrecen ciertas pistas sobre la rigidez de los materiales que hay que utilizar.

Han tenido contacto, dijo, con mujeres que han pasado por partos difíciles para que evalúen el alcance de esta investigación y que han valorado especialmente que contribuye a que las parturientas tengan que ser sometidas a menos exploraciones en los momentos previos al alumbramiento, ya que en algunos casos tienen que ser asistidas hasta por cuatro especialistas si se detecta algún problema.

La investigadora reseñó que este guante es especialmente útil en el caso de las cesáreas, «en las que hay que hacer mucha fuerza y puede causar daños al feto».

También destacó que si este proyecto supera los distintos controles de calidad y seguridad, los guantes se fabricarán en serie y costaría menos de 1 dólar cada unidad, lo que sin duda facilitaría su aplicación.

Primero, un grupo de médicos ajenos a los que han participado en la investigación van a «probar» el guante en los modelos que existen en el laboratorio de la University College y posteriormente llegará el momento de hacerlo con personas, concluyó.