Uzbekistán.

Uzbekistán apuesta fuertemente por el turismo para convertirlo en uno de los principales motores de su economía y también como instrumento para acabar con la maldición del cultivo del algodón una de sus principales riquezas y también fuente de graves problemas ecológicos como la casi desaparición del Mar de Aral. Y es que los algodonales necesitan mucha agua, unos 10 mil litros para obtener apenas un kilo de la apreciada fibra.

Al intervenir el octubre pasado en la sesión de la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo, celebrada en Samarcanda, el presidente uzbeko recordó la máxima de que cada dólar invertido en la industria turística reporta muchos beneficios y por ello el objetivo del país ahora es atraer al turista.

Para ello, Uzbekistán ha declarado una política de puertas abiertas que exime de visado a los ciudadanos de cerca de 100 países, mientras que los de otros 55 pueden tramitarlo por Internet mediante un sencillo procedimiento.

El mayor imán turístico del país es la Perla de Oriente, como llamaban antiguamente a esta ciudad la de Samarcanda, una de las más antiguas del mundo. Aún habitada, pasear por Samarcanda es también un viaje por el mundo de los aromas orientales. Y bonito también es observar su paisaje urbano o los numerosos restaurantes atestados de público, sobre todo en primavera, la mejor estación del año para visitarla.