Bruselas.-

En un planeta con una economía cada vez más globalizada e interconectada donde los datos y las telecomunicaciones se anuncian esenciales para el futuro, Europa no quiere perder un ápice de terreno en la competición aeroespacial frente a pujantes potencias como Estados Unidos, China o Rusia.

«Que hayamos tenido éxito en el pasado no significa que lo vayamos a tener en el futuro», apuntó el director de Servicios Internos de la Agencia Espacial Europea (ESA), Jean Max Puech, durante la undécima conferencia anual del sector aeroespacial europeo que se celebra en Bruselas.

El responsable financiero de la ESA resumió así uno de los puntos clave en el que hicieron hincapié la mayoría de los conferenciantes de la familia aeroespacial europea, con ESA y la Comisión Europea al frente de los debates sobre satélites, cohetes y tecnología.

Hay que reconocer los éxitos conseguidos, dicen los expertos, y 2018 ha dejado momentos como el lanzamiento de la sonda BepiColombo con rumbo a Mercurio, el continuo despliegue de satélites del sistema de navegación Galileo o la incorporación del nuevo dispositivo Sentinel-3B al programa europeo Copérnico de observación de la Tierra.

Pero Europa no debe descuidar ni el presente ni el futuro de un sector que requiere de inversión pública y privada si quiere seguir adelante con su «revolución silenciosa», en palabras del director ejecutivo de la Agencia Europea GNSS de satélites de navegación, Carlo des Dorides.

Y para ello es necesario entusiasmar al ciudadano europeo, porque sus impuestos financian en gran medida el desarrollo tecnológico más allá de la atmósfera y el contribuyente tiene una percepción distorsionada de su realidad aeroespacial.

Según una encuesta de Harris Interactive realizada en Alemania, el Reino Unido, Francia, España e Italia y difundida por la ESA este mes de enero, los europeos tienen una buena imagen del sector aeroespacial, pero creen que cada ciudadano aporta 245 euros al año para financiarla, cuando en realidad se invierten 10 euros de dinero público por persona.

Esos 10 euros por ciudadano al año sirven para financiar lo que el director general de la ESA, Jan Woerner, llama «el Espacio 4.0», un concepto que incluye ámbitos tecnológicos como la digitalización, la inteligencia artificial o la robótica a partir de un sistema de gestión civil y multilateral, diferenciado del individualismo y con ascendencia militar de la tecnología espacial china, estadounidense o rusa.

La francesa Arianespace, por su parte, reclama un esfuerzo presupuestario para que los europeos contraten ya más lanzamientos del futuro cohete Ariane 6, una nave que tiene programado su primer vuelo en julio de 2020 y que fue concebida para rebajar los costes de su predecesor (Ariane 5) y competir en precio con la firma estadounidense SpaceX, a la que apoya la NASA. 

Por: EFE