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El debate sobre la apertura o no de las escuelas ante la pandemia de covid se ha intensificado por la aparición de variantes del nuevo coronavirus cuyo efecto sobre los niños aún se desconoce, aunque la OMS continúa recomendando hacer todo lo posible para evitar cierres masivos.

He aquí las principales conclusiones de la Organización Mundial de la Salud en un capítulo de su informe epidemiológico semanal, publicado el miércoles, dedicado a las lecciones aprendidas respecto a la educación tras un año de pandemia.

¿Cuándo cerrar las escuelas?

«Los cierres de escuelas deben ser un último recurso, deben ser temporales y sólo a nivel local en las zonas de transmisión intensa» del virus, subraya la OMS, al unísono de la Unesco y Unicef.

Además, «varios estudios han demostrado que la reapertura de las escuelas no había correspondido a aumentos significativos de transmisión en la comunidad o a picos de infección».

«Las pruebas de la utilidad de cerrar las escuelas para reducir la transmisión dentro de la comunidad son variadas», y subraya que el descubrimiento a finales de año de nuevas cepas más contagiosas «requiere más análisis -por sexo y por edad- para medir si el impacto en los niños podría diferir» del de la cepa original.

«Si se descubre que los niños se ven más afectados, las medidas de salud pública podrían tener que ajustarse», recomienda la OMS.

¿Son las escuelas focos de infección?

«Las escuelas no son focos de superpropagación, salvo en algunos casos en que las medidas de protección no se han aplicado correctamente», señala la OMS. 

«Cuando la transmisión en la comunidad es baja y se adoptan las medidas de prevención adecuadas, es poco probable que los niños y las escuelas estén a la vanguardia de la transmisión», señala la agencia.

Pero, por el contrario, cuando las infecciones aumentan «como en los últimos tres meses, las medidas de prevención y protección son cruciales para prevenir la transmisión».

Las escuelas también deben participar muy activamente en las medidas de detección precoz y de limitación de la propagación (pruebas, advertencias de los casos de contacto y cuarentenas), que forman parte del arsenal recomendado por la agencia de las Naciones Unidas para tratar de contener la pandemia.

La OMS observa que, para el conjunto de los casos de covid-19 declarados en 2020, los menores de 18 años representan 8% de los contagios pese a ser el 29% de la población mundial.

También cita un estudio noruego que muestra una «muy baja» tasa de transmisión de niño a niño y de niño a adulto en las escuelas que acogen a menores de 5 a 13 años y que adoptan medidas sanitarias adecuadas.

Los adolescentes de 16 a 18 años transmiten el virus con la misma frecuencia que los adultos, según la agencia.

¿Cuáles son los riesgos para los profesores?

La OMS se basa en un estudio realizado en el Reino Unido que muestra que «el personal escolar corre menos riesgo en la escuela cuando se compara con la población adulta en general».

Otro estudio realizado en Estados Unidos entre 57.000 trabajadores de guarderías «muestra que no hay un mayor riesgo de infección para los empleados».

¿Qué medidas existen para controlar las infecciones?

Para protegerse, la OMS pide a las escuelas que se aseguren de disponer de una buena ventilación y prácticas de higiene (lavado de las manos y limpieza de las superficies).

La OMS recomienda el uso de la máscara: los niños de 12 años o más «deberían llevar una máscara al igual que los adultos», mientras que los maestros y el personal escolar «deberán llevar una máscara cuando no se pueda garantizar que se encuentran a menos de 1 metro de distancia en las zonas de alta tasa de transmisión».

La distancia física debe garantizarse, por ejemplo, limitando el número de alumnos por clase, evitando mezclar las clases.

Puede ser necesario adoptar medidas más estrictas para los escolares de más edad, en particular los adolescentes.