Meta, la empresa fundada por Mark Zuckerberg y propietaria de Facebook, WhatsApp, Instagram y la reciente Threads, ha decidido eliminar su programa de moderación de contenidos y verificación de datos. La plataforma sigue el mismo camino que tras empresas con sede en EE UU, como X (antes Twitter) de Elon Musk, que ha sustituido a estos verificadores por anotaciones proporcionadas por los mismos miembros de las redes sociales.
Pero, ¿hacia dónde nos dirigimos en la era de las redes sociales? ¿Deberían ser un símbolo de libertad de expresión, como ahora proclaman varias de estas empresas? ¿O, por el contrario, deberían mejorar el control de las informaciones difundidas en dichas plataformas, como se exige desde Europa y España? Parece que, simplemente, profundizaremos en la paradoja de que un meme, cierto a medias y falso a medias, repetido cien veces se convierte en verdad.
Este cambio no logrará una mayor libertad de expresión en términos de respeto a los derechos humanos, ideales religiosos o políticos.
Sin intermediarios que verifiquen lo que se difunde, las redes se llenarán de más comentarios que, según los intereses de gobiernos, empresas o colectivos políticos, religiosos o económicos, contribuirán a la pérdida de calidad de las informaciones.
¿Uso de la IA para moderar contenidos?
Por ello, es engañoso decir que eliminar la verificación de datos en Facebook e Instagram es sinónimo de libertad de expresión, al menos desde un punto de vista europeo. Estas herramientas son esenciales para lograr un control mínimo en el entorno digital saturado de desinformación.
Entre los cambios anunciados por Zuckerberg se incluye el uso de inteligencia artificial para moderar contenidos, centrándose solo en las violaciones ilegales o más graves. Dejarán en manos de los usuarios el reporte de violaciones menores, aunque sin una repercusión clara. Además, Meta eliminará restricciones a mensajes relacionados con temas de inmigración o género.
Implicaciones políticas
Meta también trasladará sus equipos de seguridad y moderación de contenidos de California a Texas, una decisión cargada de implicaciones políticas en el contexto de EE UU, especialmente tras la entrada de Trump como presidente, y alineada con cambios políticos en otros países avanzados.
Es difícil prever el impacto de esta decisión. Aunque la verificación de datos no era una solución perfecta contra la desinformación, sí ayudaba en la moderación y el control de la red. Sin embargo, el control de los medios de comunicación es visto como un acto comunista por muchas sociedades occidentales, incluyendo EE UU.
Este anuncio refleja diferencias clave entre EE UU y Europa. Mientras que Meta flexibiliza sus políticas en el primero, en Europa normas como la Ley de Servicios Digitales (DSA) buscan combatir la desinformación y podrían impedir cambios similares. Esta legislación obliga a mantener sistemas de verificación en países como España, donde uno de los objetivos es frenar las campañas de desinformación.
Será interesante observar cómo se gestionan las anotaciones y denuncias de los usuarios de Meta en Estados Unidos y, si llegan a Europa, cómo se combinarán con legislaciones más estrictas en temas de privacidad y derechos humanos.
En resumen, es cuestionable si la eliminación de los procesos de moderación y verificación responde a un compromiso con la libertad de expresión o al control de los medios de comunicación.