Si no se considera al género como un factor importante al evaluar y calificar a los académicos, las disparidades de género en ciencias se profundizarán aún más, concluyó un estudio que cuestionó la validez de las métricas utilizadas en un ranking reciente que clasificó a los cien mil científicos más influyentes del mundo, basándose exclusivamente en criterios de citación.
El ranking consideró factores como el número total de citaciones y el número de citaciones de un artículo de autoría única, el primer y el último autor.
“La citación es una métrica extremadamente sesgada y debatir sobre estas clasificaciones es fundamental para evitar ampliar la brecha de género en la ciencia”, dice Fernanda Staniscuaski, profesora del Instituto de Biociencias de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil.
Ella es una de las autoras del artículo, publicado en Anales de la Academia Brasileña de Ciencias, que analiza la importancia del género como factor de evaluación.
Aunque las mujeres siguen siendo una minoría entre los investigadores del mundo, en el informe de la Unesco de 2019 América Latina y el Caribe aparecen con un índice de 45 por ciento de participación femenina. En Brasil casi el 50 por ciento de investigadores con títulos de doctorado registrados en la base de datos del Consejo Nacional de Investigacion (Plataforma Lattes/CNPq) son mujeres.
A pesar de esto, los resultados del ranking revelan una gran subrepresentación de investigadoras brasileñas: de 254 (es decir el 0,25 por ciento de 100.000) científicos brasileños que aparecen en la lista, considerando el desempeño a lo largo de su carrera, solo un 11 por ciento son mujeres. Si se toma en cuenta el desempeño en un solo año (2019), de los 352 investigadores brasileños presentes (0,35 por ciento de la lista), el 15,1 por ciento son mujeres.
Según Staniscuaski, la escasa representación femenina en estas mediciones, posiblemente “están relacionadas con las métricas utilizadas para clasificar a los científicos, que reproducen y refuerzan el conocido sesgo implícito en la valoración por citas”.
Ella revela que, según otros estudios¹ los artículos con una primera autora femenina tienen una tasa de citaciones más baja que aquellos con primeros autores masculinos. Por lo tanto, en una lista basada en el criterio de citación, las mujeres compiten por el espacio desde una condición de desigualdad.
Estar en la lista de los 100.000 científicos más influyentes del mundo significa un gran impacto para la carrera, lo que abre las puertas a la creación de redes y al financiamiento de investigaciones. Pero, señalan las investigadoras en su artículo, sin igualdad, las científicas continúan enfrentándose a un círculo vicioso.
“Con menos visibilidad, esas científicas publican menos y son citadas menos. Y el rendimiento académico percibido como menor conduce a una menor visibilidad, dificultando el aumento de la productividad”, agrega a la investigadora Letícia de Oliveira, profesora de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, y también autora del artículo.
En el ranking, las científicas brasileñas están subrepresentadas en todas las áreas: el mayor porcentaje de mujeres se encontró en ciencias de la salud (21,9%), seguido de ciencias aplicadas (17,3%), ciencias naturales (13,8%) y ciencias económicas y sociales ( 12,5%). Ingeniería (8,1%) y física (5,8%) fueron las áreas con menor número de mujeres.
“Los estereotipos se reflejan en las opciones, lo que significa que tenemos más ingenieros hombres y más mujeres en enfermería. Todo lo que involucra cuidados está ligado a la mujer. Ellas constituyen el 57 por ciento de estudiantes de pregrado en Brasil, pero ¿Dónde están? ¿Por qué no están las mujeres en las áreas exactas y los hombres en las áreas asistenciales?”, pregunta Staniscuaski.
Otras investigadoras que no participaron en el estudio destacan su pertinencia. Para Gisele Martins, profesora del Instituto de Enfermería de la Universidad Federal de Río de Janeiro, el estudio es importante porque destaca los obstáculos que enfrentan las científicas, llamando la atención sobre fenómenos como el “efecto tijera” y la “segregación vertical”, que describen cómo, a medida que se avanza en una carrera científica, disminuye la participación de las mujeres.
“El artículo advierte sobre la perversidad de las métricas y las formas de evaluación y también muestra que de nada sirve tener un gran número de mujeres ingresando a la universidad, si pocas llegarán a la cima de sus carreras, con financiamiento y reconocimiento en cargos de gestión y dirección”, dice Martins, quien también coordina el Grupo de Trabajo sobre Responsabilidades Parentales y Equidad de Género, creado por la rectoría durante la pandemia de COVID-19 con el fin de desarrollar políticas internas para la igualdad de género.
Para Jacqueline Leta, profesora del Instituto de Bioquímica Médica de la Universidad Federal de Río de Janeiro e investigadora en género y ciencia, es necesario considerar la naturaleza de los datos, ya que los autores del ranking utilizaron la base de datos Scopus para identificar a los 100.000 autores más citados.
“Existe, de hecho, una subrepresentación de mujeres en el ranking, situación que no era deseable, pero todas las bases comerciales tienen sesgos sea de cobertura geográfica, idioma, zona. Estas bases de datos no pueden incorporar todo el volumen de publicaciones, por lo que optan por privilegiar algunos países. Así, los investigadores de países periféricos se encuentran en su mayoría fuera de esta base”, señala.
En un estudio reciente que involucró a profesores e investigadores vinculados a estudios de posgrado, Leta señaló que las mujeres realizan un triple recorrido académico: profesoras, investigadoras y autoras de artículos.
Gisele Martins coincide: “Acumulamos muchas funciones como profesores e investigadoras, mientras que la posición del hombre no se evalúa”.
Las investigadoras entrevistadas creen que la crítica es importante para generar cambios en estos tipos de mediciones, pues estiman que la pandemia de COVID-19 va a tener impactos en la producción científica de las mujeres, como prevén recientes estudios publicados².
“No hay duda de que las mujeres presentaron menos artículos durante el período pandémico. En un futuro próximo seguramente tendremos un mayor desacuerdo en el número de publicaciones entre hombres y mujeres”, concluye Fernanda Staniscuaski.
Por: SciDev América Latina | Washington Castilhos
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