Pasto, Colombia
Grandes brazos mecánicos, cuerpos gigantes en movimiento y ojos cautivadores que brillan y cambian de color deslumbran a turistas y locales de Pasto que acuden a ver una de las joyas más desconocidas de Colombia, el Desfile Magno del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto.
El 6 de enero es el Día de Reyes en todo el mundo y en Pasto, capital del departamento de Nariño (suroeste), se reúnen los colores, las grandes carrozas, las comparsas y las Murgas (grupos musicales de metales, instrumentos andinos, y de fuelle) que reciben al llamado «Día de Blancos» con talco y cosméticos de ese color.
El Desfile está formado por una senda de más de 25 carrozas de hasta 16 metros de largo y 10 de alto que compiten entre varias categorías para alzarse como las mejores de 2024.
En el Estadio Libertad de la ciudad desde temprano ultiman los detalles finales de cada agrupación, algo novedoso para ellos pues en años anteriores «no alcanzábamos a dormir, teníamos que trasnochar para preparar las murgas y comparsas», explicó a EFE uno de los cultores del carnaval en modalidad de comparsa, Luis Alfonso Guiela.
Del Carnaval de Negros y Blancos hacen parte grandes estructuras de materiales como icopor, que pueden llegar a pesar hasta 40 kilos y son cargadas sobre los hombros de una sola persona a lo largo de los más de 5 kilómetros de camino que hay desde el Estadio Libertad hasta la Avenida de los Estudiantes.
Por la senda, que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco desde 2009, desfilan disfraces individuales, comparsas, carrozas de «tipo B», de menores dimensiones, y las carrozas gigantes que presentan cada una un espectáculo único, todas acompañadas en todo momento por las murgas.
De las carrozas, todas bajo la mirada del jurado, emergen figuras ancestrales, se trata lo sagrado y lo profano, los mitos y leyendas propias o universales, pero todas son verdaderas obras de arte.
Larga preparación
Tanto el maestro Diego José Caicedo como su hijo Diego pertenecen al linaje de artesanos de la familia Caicedo, que llevan «desde siempre» presentando una gran carroza al Carnaval.
«Tardamos más de 6 meses en construirla», precisaron mientras terminaban de ultimar detalles.
Desde hace tres años, padre e hijo realizan trabajos independientes, pero eso no quiere decir que hayan dejado de ayudarse mutuamente: «Tenemos los talleres cerca para ayudarnos, pero sin copiar estilos, la idea es que cada uno sea original en sus obras», dicen, aunque sus carrozas compiten en categorías diferentes.
Lo que ellos esperan cada año de este desfile es poder «mostrarle al mundo entero que aquí en Pasto, en medio del volcán Galeras y talco existe una población muy hábil que puede mostrar un gran talento».
La propuesta del joven Diego este año es doblemente especial, pues es un homenaje a su tío, hermano de Diego José y artesano de toda la vida que falleció el pasado abril, a quien quiere dar «una despedida como se merece».
Diego José admite que ya se está despidiendo de los carnavales tras 45 años en el ruedo, pero se muestra orgulloso de tener a sus tres hijos involucrados en el evento.
Extranjeros sobre carrozas
Las carrozas son lo más llamativo tanto para los colombianos como para los extranjeros.
Tal es el caso de la familia de María José, pastusa de nacimiento que este año logró traer a su familia de Bogotá para subir a bailar en la carroza en su primera visita al Carnaval.
Desde las grandes instalaciones motorizadas además de bailar lanzan dulces. «Lo principal es disfrutar e interactuar con la gente», afirmó María José.
El desfile acaba con las más grandes carrozas, tan altas que tienen que transitar con más cuidado que las pequeñas, pero la emoción que traen, junto con la espuma y los dulces que lanzan, hace que Pasto despierte a su paso.
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