Conocido por los colores y la brillantina que inundan las calles de todo el país, el Carnaval de Brasil esconde una grave amenaza para el ambiente. Un estudio realizado en una playa de Río de Janeiro durante el festival popular más grande del mundo observó un aumento significativo en la concentración de microplásticos en la arena.
Entre los culpables se destaca un elemento casi omnipresente durante las festividades: la brillantina, utilizada para dar brillo al maquillaje, los disfraces y los accesorios.
La brillantina está compuesta por capas de plástico (generalmente PET) recubiertas con películas metálicas. Se considera un microplástico primario, es decir, que se produce intencionalmente a tamaño microscópico. Debido a que es liviano, se dispersa fácilmente en el viento, el agua y el contacto entre personas.
Los investigadores recolectaron muestras de diferentes tramos de arena a lo largo de los 1,7 kilómetros de la playa Flamengo, en la zona sur de Río de Janeiro, antes, durante y poco después del Carnaval, que se lleva a cabo en febrero o marzo de cada año. Ocho meses después de las festividades hicieron una cuarta recolección.
Los fragmentos de plástico —categoría que incluye la brillantina— representaron 66,3 por ciento de los microplásticos identificados. Las fibras, con 26,2 por ciento, y los gránulos, con 7,5 por ciento, constituyeron el resto de las partículas.
El estudio también reveló que la acumulación de microplásticos no se limita al periodo festivo. Incluso después de finalizado el Carnaval, los niveles de partículas se mantienen elevados durante varios días.
A lo largo de la calle que bordea la playa de Flamengo pasan decenas de desfiles callejeros (llamados también blocos de carnaval), que son grupos de personas disfrazadas que recorren las calles al son de música de carnaval. Algunos de esos desfiles reúnen a más de 100.000 personas, y se consideran megadesfiles.
En 2024, año en que se realizó la investigación, hubo 18 desfiles en la playa de Flamengo, incluyendo tres megadesfiles.
El gobierno de Río de Janeiro estima que, ese año, el carnaval de la ciudad congregó a ocho millones de personas. Se recogieron más de 1.400 toneladas de residuos sólidos, de las cuales más de la mitad fueron generadas solo por las fiestas callejeras.
Más allá de la arena
Incluso sin un análisis directo del agua, el estudio revela el impacto potencial del festival más allá de la arena.
“Los microplásticos depositados en la arena pueden ser transportados fácilmente por las mareas, el viento y las corrientes, y llegar a la zona infralitoral [faja área costera sumergida que permanece siempre cubierta por agua] y, luego, al océano adyacente”, dijo Tatiana Cabrini, profesora de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio) y una de las autoras del estudio.
La investigadora señala que la playa Flamengo, donde se recolectaron las muestras, está en la bahía de Guanabara, una región ya afectada por los residuos domésticos e industriales de 16 ciudades de la zona.
Los microplásticos pueden ser ingeridos por animales que viven en el fondo marino o por especies que filtran el agua para alimentarse. Estas partículas pueden retener sustancias tóxicas y metales pesados en su superficie.
“Estos efectos incluyen obstrucción del tracto digestivo, reducción de la capacidad de alimentación y alteraciones fisiológicas”, detalla Cabrini.
La bióloga Luana Yoshida, quien no participó en el estudio, destacó el estudio y resaltó a SciDev.Net el papel de los grandes eventos en la dispersión de partículas como la brillantina.
“Una vez introducida de forma inadecuada en cuerpos de agua —ya sea por la falta de retención en el sistema de tratamiento de aguas residuales o directamente como resultado de festividades como el Carnaval— y sumergida, la brillantina refleja la luz subacuática y reduce la radiación disponible para las plantas en ese ecosistema”, explicó Yoshida.
“Los microplásticos depositados en la arena pueden ser transportados fácilmente por las mareas, el viento y las corrientes, y llegar a la zona infralitoral [faja área costera sumergida que permanece siempre cubierta por agua] y, luego, al océano adyacente”.
Tatiana Cabrini, profesora de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio)
Los investigadores también han observado que, debido a su naturaleza metálica y su capacidad para reflejar la luz, la brillantina reduce la luminosidad en el agua hasta el punto de perjudicar la fotosíntesis y el crecimiento de las plantas acuáticas.
Un estudio en el que participó Yoshida halló que la brillantina redujo las tasas de fotosíntesis en la elodea (Egeria densa), una planta acuática que sirve de alimento y refugio para otras especies, en 30 por ciento.
“Estos cambios en la producción primaria podrían generar otros problemas para los organismos de ese ecosistema”, señala Yoshida, quien actualmente es estudiante de doctorado en Ecología y Recursos Naturales en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
Alternativas
Pero, ¿cómo se puede cambiar una costumbre tan arraigada en la cultura brasileña?
Según Cabrini, han surgido alternativas que buscan reducir el impacto ambiental, como la brillantina hecha de celulosa regenerada, mica sintética, algas marinas y gelatina vegetal, y el uso de tintes naturales, que son materiales que se degradan más rápido.
“Lo ideal sería reducir el uso de brillantina convencional y fomentar políticas de certificación ambiental, control de la comercialización y educación para un consumo responsable durante el Carnaval”, añade.
Yoshida coincide: “Aunque la brillantina es muy atractiva y forma parte de nuestra vida cotidiana y festividades desde hace mucho tiempo, no es un artículo esencial. Entonces, ¿por qué no reducir su uso o invertir en alternativas menos dañinas para el ambiente?”
La investigadora resalta que, si bien aún es necesario investigar los riesgos que estos otros materiales representan para el ambiente, son menos agresivos porque sustituyen al plástico, que persiste en el ecosistema durante años.
Prohibición
La purpurina ya está prohibida en algunos países. La Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, por su sigla en inglés) la incluyó en la normativa que prohíbe los microplásticos añadidos intencionadamente a productos cuya liberación al ambiente no se puede controlar.
En California, EE.UU., se está considerando un proyecto que extendería la prohibición de las microesferas de plástico a los cosméticos que contienen brillantina.
En Brasil, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) emitió recientemente un comunicado aclarando que ningún polvo decorativo (incluida la brillantina) que contenga polipropileno micronizado puede usarse para decorar alimentos.
Además, un proyecto de ley propone prohibir la fabricación, importación y venta de versiones de plástico y metal del producto.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net
- Brillantina del Carnaval, microplástico que contamina - diciembre 11, 2025
- La ciencia respalda las leyes antitabaco - noviembre 24, 2025
- Costa Rica: pesticidas escapan de plantas de tratamiento de agua - noviembre 20, 2025




