Felipe Espinosa Wang.
Investigadores de la Universidad de Leicester han revelado en un reciente estudio, publicado en Science Advances, que el consumo de tabaco deja un registro metabólico detectable en nuestros huesos, que persiste incluso después de largos períodos post mortem. Mediante el análisis de restos óseos que datan del siglo XII hasta el XIX, los investigadores han logrado identificar diferencias significativas entre los huesos de consumidores de tabaco y aquellos que no lo consumían, lo que podría aportar nuevos conocimientos sobre la salud de las poblaciones del pasado.
En concreto, los investigadores, en el marco del proyecto «Tabaco, Salud e Historia«, analizaron los restos óseos de 323 individuos procedentes de dos lugares en Reino Unido: el cementerio de St James’s Garden en Londres y un cementerio rural en Barton-upon-Humber, Lincolnshire. Lo peculiar de esta última ubicación es que incluía restos de personas que vivieron tanto antes como después de la introducción del tabaco en Europa Occidental en el siglo XVI, proporcionando una línea temporal única para el estudio.
Marcas moleculares del tabaquismo
El equipo, liderado por la Dra. Sarah Inskip, hizo un descubrimiento sorprendente: utilizando técnicas avanzadas como la cromatografía líquida y la espectrometría de masas de alta resolución, identificaron 45 características moleculares distintas en el hueso cortical (la capa externa densa de los huesos) que diferenciaban a los fumadores de los no fumadores.
«Nuestra investigación demuestra que existen diferencias significativas en las características moleculares contenidas en los huesos de los antiguos consumidores de tabaco y de los no consumidores. «, explicó la Dra. Inskip en un comunicado de la Universidad de Leicester.
«Esto demuestra potencialmente que podemos ver el impacto que tiene el consumo de tabaco en la estructura de nuestros esqueletos. Nuestra investigación en curso pretende determinar cómo surgen estas diferencias, ya que esto puede tener importancia para entender por qué el consumo de tabaco es un factor de riesgo para algunos trastornos musculoesqueléticos y dentales», agregó.
Huellas que perduran siglos
Lo más llamativo es que estas diferencias persisten incluso después de que los huesos hayan estado enterrados durante cientos de años. Este descubrimiento es especialmente valioso para la bioarqueología, porque permite a los investigadores identificar a antiguos fumadores incluso cuando no existen las típicas señales dentales, como el desgaste de los dientes o las manchas asociadas al uso de pipa. Esto abre nuevas posibilidades para comprender cómo el tabaco afectó a las poblaciones del pasado y aporta un valioso recurso para estudiar la salud histórica.
Los investigadores ahora están trabajando para comprender mejor cómo surgen estas diferencias óseas y por qué el consumo de tabaco se convierte en un factor de riesgo para ciertos trastornos musculoesqueléticos y dentales. Este conocimiento no solo nos podría ayudar a entender mejor la historia del tabaquismo, sino también sus efectos a largo plazo en el cuerpo humano.
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