En 2022, investigadores del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza encuestaron a 2 500 mujeres españolas de entre 35 y 75 años sobre sus conocimientos de la menopausia. Los resultados, publicados en el Journal of Obstetrics and Gynaecology, mostraron un nivel bajo y la necesidad de implementar programas de formación sanitaria para mejorarlo y superar falsos mitos y creencias erróneas.
Un estudio similar realizado en hombres y publicado en 2020 suspendía, de media, el conocimiento de ellos sobre este proceso, con casi un 28% que pensaba que no existía ningún tratamiento para esta etapa femenina. Pero el desconocimiento es mucho más global, ya que ni siquiera se emplea correctamente el término.
En contra de lo que resuena en la voz popular, la menopausia es la última menstruación que tiene una mujer en su vida (es decir, el momento en el cual se interrumpe la ovulación). Mientras que, si nos referimos al periodo que incluye el antes, el durante y el después de la última regla, y que abarca un tercio de la vida de las mujeres, entonces deberíamos utilizar la palabra climaterio, si bien se suele usar la primera por simplificar.
Visibilizar la menopausia
Según explica a SINC Clara Selva Olid, investigadora en la Universidad Oberta de Catalunya, que ha realizado un estudio sobre El tabú de la menopausia: “En las sociedades occidentales, como la nuestra, este silencio social genera desinformación, estigmas y mitos, que perpetúan más la espiral de secretismo y, en consecuencia, potencian inseguridad, miedo y frustración hacia ese momento vital”, recalca.
No hablar de esta etapa puede ser una forma sutil de no visibilizar socialmente lo que, se supone, es el umbral donde comienza el envejecimiento femenino. “El principio del fin dentro de una sociedad de consumo cuya principal aspiración colectiva es la eterna juventud; y donde, claramente, una mujer con sofocos, sequedad vaginal, irritabilidad o altibajos emocionales, se convierte en un cliché o estereotipo con cero atractivo”, añade.
“El antídoto de todo ello pasa, más que nunca, por normalizar la conversación, de forma que se puedan eliminar los estereotipos negativos, se reduzca su estigma y promueva una mayor comprensión y soporte, y una mejor calidad de vida, de quien la transita”, continúa Selva Olid.
A pesar del creciente interés por normalizar y apoyar de manera informada esta etapa vital, aún queda un largo camino por recorrer. A esto se le suma las dificultades que enfrentan muchas mujeres para hablar abiertamente de este tema con sus profesionales de la salud, o en su entorno laboral. También influyen los estereotipos perpetuados, que contribuyen a una falta de representación y comprensión pública de este proceso.
“Abordar estos tabúes en las esferas privadas y públicas implica crear un entorno familiar, social y laboral más informado, inclusivo y empático, y que reconozca las necesidades de las mujeres en edad de ‘menopausia’”, subraya. “Además, es indispensable que los políticos visibilicen el climaterio, regularicen y exijan planes de acción a las organizaciones e inviertan en atención sanitaria”.
¿Qué ocurre con los tratamientos?
Para Pluvio Coronado, presidente de la Asociación Española de Menopausia y uno de los autores de los dos estudios sobre su conocimiento en mujeres y hombres españoles, “está empezando a resurgir la investigación relacionada con este proceso”.
Su trabajo se centra, por un lado, en analizar la calidad de vida y, por otro, en las terapias. “No se debe confundir el tratamiento de los síntomas y molestias asociadas con tratar la menopausia, que es algo natural que le va a pasar a todas las mujeres. Incluso algunas no remiten ningún problema. Pero muchas otras, entre un 20 y un 30%, van a pasarlo fatal. Y es ahí donde debemos actuar”, apunta.
Los tratamientos
Para Coronado, hoy en día hay suficientes tratamientos como para tratar bien a la mujer con menopausia. Menciona algunas terapias naturales como los nutracéuticos, que incluyen fitoestrógenos de la soja, la cimicífuga racemosa, la salvia o la Maca andina, pero reconoce que su eficacia es limitada. “Pueden ayudar a reducir algunos síntomas, como los sofocos o mejorar ligeramente la libido, pero los efectos terapéuticos son modestos”.
El experto indica que la terapia hormonal sigue siendo la opción más efectiva para las mujeres que puedan tomarla, ya que repone las hormonas que el cuerpo ha dejado de producir. Sin embargo, destaca, “su uso ha sido controvertido, debido a estudios previos que lo asociaron con un mayor riesgo de cáncer de mama y enfermedades cardiovasculares”.
Añade que “estudios más recientes han aclarado que esos riesgos dependen de la combinación de hormonas y de la edad de la mujer”. Y subraya la importancia de individualizar el tratamiento según cada paciente y la necesidad de ampliar el acceso a estas terapias, especialmente a través de financiación pública, para mejorar la adherencia.
Menos optimista es Selva Olid: “Si bien hay que señalar un interés creciente en la investigación y la aproximación social actuales hacia el climaterio, resulta del todo insuficiente si se compara esta etapa vital con otras que también presentan desafíos biológicos, psicológicos y sociales específicos, como podría ser la adolescencia”.
Formación de los ginecólogos insuficiente
La menopausia y el climaterio están poco estudiados porque, históricamente, la salud y los aspectos biológicos específicos de las mujeres han sido, en buena parte, descuidados o desatendidos en la investigación médica y científica. “Además, la contribución social de la mujer se ha situado, casi en exclusiva, en la fertilidad y función reproductiva, por lo que la etapa no reproductiva es la gran olvidada”, explica la investigadora.
Hay que añadir también que la formación de los profesionales médicos no es la óptima en muchos casos. “No hay suficiente, somos conscientes y queremos mejorarla”, sostiene Coronado.
“Por ejemplo, tanto en las facultades de medicina como en las residencias de ginecología se está dando más importancia ya a la menopausia. Pero hay que reforzar al médico de atención primaria, que es el que está menos formado en menopausia y es fundamental en los diagnósticos”, puntualiza.
Enfrentarse al desconocimiento y al miedo
La mayoría de las mujeres se enfrentan a esta etapa desde el desconocimiento y el miedo. El estudio publicado por Selva Olid revela que las mujeres hacen explícita la ausencia de una información básica, contrastada y útil, así como una preparación previa para el climaterio. Es decir, que nadie las prepara para afrontar este proceso.
“Es común que, cuando se empieza este tránsito vital, puedan encontrarse con sorpresas, tanto respecto a su aparición, duración, así como de la sintomatología asociada (por presencia o por ausencia)”, expone.
“Este contexto actual debe cambiar. Para ello es necesario que, de forma conjunta, sociedad, organizaciones y gobierno trabajemos en la puesta en marcha de medidas que permitan mejorar la calidad de vida de las mujeres, así como eliminar la invisibilización y el estigma de este período vital”, concluye la investigadora.
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