Río de Janeiro, Brasil.
El avance de las actividades agropecuarias y mineras en la Amazonia aisló casi un cuarto de sus bosques, una fragmentación que debilita este ecosistema crucial para el planeta, reveló un estudio.
Un 23% de la cobertura amazónica está cercada por tierras agrícolas, pastizales, minas y carreteras, según el análisis de datos satelitales obtenidos entre 1987 y 2022 por el sistema MapBiomas Amazonas.
Se trata de 193 millones de hectáreas, equivalente al territorio de México, a los que la deforestación dejó sin «conectividad ecológica«, los corredores vegetales que permiten la interacción entre hábitats.
Otros 108 millones de hectáreas de la mayor selva tropical del planeta (13% más) están en riesgo de quedar aisladas también.
Esa fragmentación pone presión sobre la capacidad de los ecosistemas amazónicos para regular los ciclos vitales del oxígeno, el agua dulce y el clima global, advierte el estudio realizado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) y la Alianza NorAmazónica (ANA).
Consecuencias
La desaparición de corredores ecológicos impide el desplazamiento libre de animales para buscar alimento, aparearse, migrar durante épocas de sequía o refugiarse de un incendio forestal.
Ello amenaza no solo la supervivencia de esos animales sino de toda la cadena ecológica, desde la dispersión de semillas de árboles, parásitos para la tierra y polen en las flores, hasta el equilibrio de las poblaciones determinado por los depredadores, advierte el informe.
«Si los bosques están desconectados y hay un disturbio como una quema, muy probablemente tienen más riesgo de colapsar, porque hay menos conectividad entre todos los eslabones que componen los procesos ecosistémicos de resiliencia», explica Néstor Espejo, que participó en el estudio.
La falta de conexión «no sólo va a cambiar la Amazonia de ser un ecosistema boscoso a una sabana» sino que «puede acelerar la llegada al punto de no retorno«, agrega el biólogo.
Ese límite de degradación irreversible afectaría directamente a los 47 millones de habitantes de la Cuenca Amazónica de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa, y a las poblaciones andinas que se abastecen de su agua, subraya Adriana Rojas, quien lideró los trabajos.
Pero además agravaría la crisis climática global, a causa del papel esencial de esta selva en la captura de carbono, enfatiza la experta.
Las conclusiones serán presentadas durante COP16, la conferencia sobre biodiversidad que comenzará la semana próxima en Cali, Colombia.
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