Brasil.

El cacique Francisco Filio Guayayara está preocupado. La tierra está seca en la comunidad indígena Tekohaw, aunque la temporada de lluvias acaba de terminar. Son 33 hectáreas a pocos minutos del Congreso de Brasil en Brasilia y de algunas de las haciendas más productivas del agronegocio. Francisco lucha por el acceso a un recurso escaso, el agua. 

Hay días que hay agua otros no hay. Así pasamos el tiempo, sin bañarnos. Hay horas que llegan y otras que faltan. Es así como vivimos aquí”, relató Francisco Filho Guayayara, cacique.

Formado recientemente en técnicas de agro floresta, Francisco busca expandir la producción sustentable de frutas, verduras y hortalizas. Acaba de plantar árboles nativos, maíz, calabaza, mango y árboles de mandioca, uno de los alimentos más importantes en la dieta de los guayayara. Deusdete, esposa del cacique, asegura que si se superan los obstáculos, la producción sustentable mejorará la vida de las 40 familias de la aldea.

“Si tenemos más apoyo, plantamos más. Podemos enviar parte de la producción para afuera, incluso para nuestros parientes que no tienen dinero para comprar nuestras comidas. Nuestra comida de verdad es la mandioca… Esta de aquí”, comentó Deusdete Guayayara, comunidad guayayara.

Deusdete denuncia el avance inmobiliario alrededor de la aldea con cada vez más torres arrasando con el cerrado. El bioma de sabana brasileña, típico del centro oeste, es uno de los más agredidos del país. Las tasas de deforestación aquí suelen duplicarlas de la Amazonía.

Mientras los líderes mundiales se manifiestan cada vez más preocupados por la protección de los bosques y el cuidado del planeta, el cacique guayayara recuerda que los pueblos originarios pueden contribuir a ese objetivo.

“Luchamos para preservar la naturaleza. Y estamos acá reforestando, recuperando esta área, que está quemada, queremos proteger esta área y dejarla verde para que Brasil vea”, comentó Francisco.

Las tierras indígenas suelen actuar como barreras de contención contra el avance de la deforestación según estudios de ONGs ambientalistas de Brasil que reportan una preservación 20 veces superior cuando se la compara con tierras privadas.

Los guayayara piden acceder al agua para recuperar una parte del cerrado y producir de forma sustentable