Florida, Estados Unidos.
Hera, la primera misión de defensa planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA), viaja rumbo al único asteroide cuya órbita ha sido modificada por la acción humana, un destino al que llegará en otoño de 2026 para escudriñar las secuelas del aquel impacto cinético.
Hera despegó en un Falcon 9 de SpaceX desde Cabo Cañaveral (Florida) a las 10:52 hora local (14:52 GMT), desapareciendo entre las nubes 30 segundos después del despegue. La estación Goldstone en California recibió las primeras señales alrededor de una hora y cuarto después del despegue y la telemetría llegó con claridad al centro de control de la misión de la ESA en Alemania.
«Hoy escribimos una nueva página de la historia del espacio», dijo Ian Carnelli, director de la misión Hera. «Es un magnífico momento para la ESA y para la industria europea. Estoy muy contento».
En una rueda de prensa posterior al lanzamiento, Carnelli, emocionado, explicó la ajetreada mañana antes del despegue, con mucha tensión e, incluso, momentos de duda sobre si lanzar o no por culpa del mal tiempo, pero el cielo aclaró un rato, con datos de viento favorables. «No puede ser un mejor día».
Después de la incertidumbre creada por la meteorología y la aproximación, además, del huracán Milton a Florida, el lanzamiento de hoy ha colocado a Hera en una trayectoria de salida directa lejos de la Tierra, iniciando su fase de crucero de dos años.
Una maniobra programada para el mes que viene irá seguida de una aproximación a Marte en marzo de 2025, que dará a la nave velocidad adicional para su encuentro con el sistema binario de asteroides Didymos.
Durante la asistencia gravitatoria a Marte, Hera, del tamaño de un automóvil, realizará además un sondeo de la luna marciana Deimos, desplegando por primera vez sus instrumentos para uso científico.
Nuevas razones
El objetivo final de esta misión será escudriñar el sistema binario de asteroides, fijándose sobre todo en el más pequeño de los dos cuerpos, llamado Dimorphos, de 150 metros de diámetro. Este, en septiembre 2022, fue impactado por la nave DART de la NASA, que consiguió desviar su órbita -una media hora-.
Hera es, junto a DART, una misión de defensa planetaria y ambas están integradas en la colaboración AIDA (Asteroid Impact and Deflection Assessment). Con ellas las dos agencias espaciales pretenden demostrar la tecnología capaz de desviar asteroides para proteger a la Tierra de un eventual impacto.
Sobre la hazaña de DART hay ya bastantes datos gracias a su cámara y a un pequeño satélite italiano (LICIACube) que se desprendió de la nave unos días antes y obtuvo imágenes de la pluma de fragmentos eyectados en la colisión, además de la mirada de varios telescopios.
Sin embargo, falta información crucial para comprender realmente lo que allí sucedió y para afinar los modelos para desviar asteroides. Hera, en la que participaron unas 100 empresas e institutos europeos -además de la agencia japonesa JAXA-, tendrá que responder, por ejemplo, a si se formó un cráter en Dimorphos o la colisión deformó globalmente al asteroide.
«El impacto de DART fue como el primer episodio de una aventura cósmica: un destello espectacular visto a través del espacio que dejó a los científicos con la pregunta: ¿qué pasó después?», apuntó Patrick Michel, investigador principal de Hera.
Del tamaño de una caja de zapatos
Por eso Hera, liderada por OHB System AG desde Alemania, y sus dos pequeños satélites del tamaño de una caja de zapatos (cubesats) inician ahora este largo viaje. Cargada de 12 instrumentos -el sistema de guiado, navegación y control lo ha liderado la española GMV-, estará en el entorno de estos asteroides seis meses.
Bautizada así en honor de la diosa griega del matrimonio, la misión determinará con precisión el tamaño y masa de estos -esta última fundamental para medir la eficacia de la desviación- y analizará la composición de sus superficies, así como sus características térmicas.
También medirá la estructura de sus interiores por medio de un radar a bordo de uno de los dos cubesats que se desprenderán de la sonda principal, y el campo gravitatorio del sistema con la ayuda de un gravímetro realizado por la empresa española EMXYs y el Real Observatorio de Bélgica.
Estos cubesats se llaman Juventas, en la mitología romana hija de Hera, y Milani, en recuerdo al científico ya fallecido Andrea Milani, quien dos décadas atrás contribuyó enormemente a idear esta misión que por aquel entonces parecía ciencia ficción y que llevaba el nombre de Don Quijote -las dos naves se llamaban Hidalgo y Sancho-.
El primero en separarse muy lentamente de Hera -a 2 centímetros por segundo- será Juventas y una semana después lo hará Milani, a finales de 2026 o principios de 2027, indicó Franco Pérez, ingeniero español de sistemas de la ESA y responsable de los dos cubesats.
La intención es que la misión finalice con la nave y sus dos pequeños satélites posándose en alguno de los dos asteroides.
Ladrillos de los planetas
Los asteroides son los «ladrillos» con los que se formaron los planetas cuando se desarrolló el Sistema Solar y los que no lograron pegarse a uno de estos cuerpos viajan, desde entonces, por el espacio. Son millones y los hay de centímetros, metros y hasta kilómetros, y más o menos peligrosos.
Unos 36.000 están catalogados como NEO -objetos cercanos a la Tierra-, lo que implica que sus órbitas pasan cerca, en términos astronómicos, de la órbita terrestre, según datos del Centro de coordinación para la vigilancia de estos objetos (NEOCC) de la ESA.
Es en estos, por su posible peligro, en los que está puesto el foco. El sistema Didymos está en esta categoría.
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